Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

martes, 29 de noviembre de 2011

 La banca, el fraude fiscal y el New York Times, por Vicenç Navarro


Este artículo del profesor Vicenç Navarro  critica la falta de cobertura de temas de fraude fiscal por parte de los medios de mayor difusión del país, resultado de la enorme influencia que la banca tiene sobre tales medios, siendo la banca y los banqueros algunos de los que contribuyen más a tal fraude. Creo interesante su difusión por toda la procelosa mar de las ondas cibernéticas:

El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, además de en España. En EEUU el Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank.

Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EEUU y uno de los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran artículos semejantes, por ejemplo, sobre el Presidente Zapatero, tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.

Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial.

Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa –según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total.

Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la ex Vicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, “el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal”. Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que “los ricos no pagan impuestos en España”.

Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súper ricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando.

Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos –aclara el Sr. Salvador Arancibia- “….medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy delicada”. De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es lo que llaman “libertad de prensa”.


lunes, 21 de noviembre de 2011

DESPUÉS DE LAS ELECCIONES DEL 20N.

Algunos de los datos que la prensa suele olvidar:

Abstención - 9.710.775 (28,31%)

Votos nulos - 317.886 (1,29%)
Votos en blanco - 333.095 (1,37%)

Y si no hubiera circunscripciones electorales y ni se aplicara la ley D'Hondt tendríamos que, por ejemplo, Izquierda Unida hubiera obtenido 14 escaños más, UPyD 12 y entrarían en el Congreso partidos como EQUO que con los 215.776 votos le corresponderían 3 escaños.



sábado, 19 de noviembre de 2011

viernes, 18 de noviembre de 2011

La III República.

Yo me apunto a esta república:

lunes, 14 de noviembre de 2011

M. Campo Vidal no es Dylan Ratigan... y es una pena...

Ocurrió en la televisión americana cuando Dylan Ratigan, presentador de un programa diario de la televisión por cable americano sobre temas de economía y política, se indignó en directo contra su gobierno y sus políticos y su inepta gestión de la crisis, y contra el sistema financiero y la banca y contra los parlamentos que se han vendido al mercado. Tomó la palabra que mareaban sus tertulianos y puso las cosas en su sitio y la palabra de millones de indignados en la televisión del país más influyente del planeta. Y lo curioso es que si cambias el nombre de los dos partidos americanos por los mayoritarios de aquí, todo lo que dice se podría decir de nuestro país, y se tendría que decir con la misma fuerza y con mucha más frecuencia ¿Os imagináis a Manuel Campo Vidal actuando de esta manera en el pasado debate entre Rubalcaba y Rajoy? Me temo que no…

lunes, 7 de noviembre de 2011

7 de noviembre de 2011.


Sigo navegando. Comienza un nuevo día. Pienso, que por mucho que grandes voces de todo el largo y ancho túnel del espacio y del tiempo lo pregonen, por mucho que cada día desemboquen en estas costas cibernéticas sucesos innombrables e imborrables, poco ha cambiado en la búsqueda de mi anhelada quimera: la razón.

El estado de esta procelosa mar, tiene mucho que ver con el estado de la razón, o por lo menos así lo veo. Hay días en los que el oleaje junto al viento te ayudan a seguir navegando pero también hay días en los que las borrascas me intimidan y me incitan a echar el ancla y darlo todo por perdido…Pero ahí está el alma del marinero errante, el viajero inquieto que lucha por continuar la travesía controlando la situación para no vagar a la deriva.

Mis pensamientos dan un giro al timón. Por un momento la calma lo inunda todo y puedo divagar sin miedo a perderme en el intento.

Jamás imaginé que para afianzarte en la cordura había que sumergirse tanto en la sombra. Soñé caminos que, una vez despierto, me parecen imposibles. Pura ironía este discurrir vital en apariencia sin sobresaltos. Ay de aquél que llegue a creerlo. Lo indefinido comienza a salir del misterio, se hace tangible, concreto, aunque todavía en el horizonte no se vislumbre nada. Tal vez la respuesta esté más cerca de lo que en verdad creemos. Sigo pensando que habrá que reinventarlo todo.

Hay días en los que el ruido se hace tan dueño del todo que suscita en mi la necesidad de  confundirme  en él (en un grito mudo que remueva mis tripas hasta los escondrijos del vómito).

Sigue lloviendo. Los nubarrones de esta tan ingrata manifestación de lo absurdo no dejan de abrirse paso en su propia vorágine. Insoportable es el mundo que persiste en enarbolar la mediocridad del discurso como única bandera. Entre la nefasta tempestad, las palabras volteadas por las olas destrozan la razón. Los pregoneros de verdades cuyo verdadero ropaje es la mentira naufragan en la solidez de la nada, y el tiempo, mientras tanto, se mece a cuentagotas. Me abruma hasta aburrirme la telúrica sintomatología del hartazgo propagandístico de los voceros de la política más nefasta, tan repetitiva e inconsecuente que no puedo hacer otra cosa que volver a sufrir el menoscabo del horror ya cotidiano de este sistema tan falsario. Habrá, por tanto, que seguir sufriendo la certeza inmanente al destino de reconocer que la carga cíclica del universo no cambiaría jamás.

Respiro con profundidad melancólica, avanzo hacia la plaza donde los mercaderes venden hasta lo intangible. Me sobresalta el casi atropello de un cuadrúpedo rodante lo que me hace recobrar el sentido. Es cierto, no estoy solo: me acompañan en este devenir de comienzo de semana, aquellos que transitan hacia un destino nefasto sin posibilidad alguna de escapada. Y aún así, recordé aquel profundo e inmortal aforismo que recobra hasta la esperanza más dormida (la mía): “Si supiese que el mundo termina mañana, igualmente plantaría un árbol”. Creo que fue Martin Luther King el autor de esta bella frase. Yo también querría tener un sueño...

Y en este escenario frenopático me paro junto a un portal del todo impreciso, desconocido, para intentar recobrar el rumbo (si es que alguna vez lo tuve). Es entonces cuando me sorprendo a mí mismo, profunda e instintivamente, tomado la dirección de un nuevo y esperanzado sueño de libertad.

Paró la lluvia. La luz del sol, un vez más, me cegó con una calidez dulcemente inesperada.

Vislumbrando aconteceres estacionarios, así transcurren estos días, en el espacio que va de un tiempo a otro donde siembro cada preciso instante.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

"Movimiento fuerte" de Jonathan Franzen.


 Se dice de Jonathan Franzen (1959) que se hizo famoso dos veces: la primera, en 1996, cuando publicó un artículo en “Harpers” en el que cuestionaba la ficción norteamericana; y la segunda, cuando publicó su tercera novela, "Las correcciones" (2001), vendió un millón de ejemplares y ganó el National Book Award. Después vendrían los ensayos de "Cómo estar solo" (2003). No es un diario, pero lo parece. Es la vida triste y contradictoria, a ratos terrible e insoportable, de un escritor famoso que casi no soporta su propio éxito y que debe afrontar cuestiones como el sexo, la intimidad, el alzheimer y la muerte de su padre, las ciudades o el mundo digital. Con su última novela,"Libertad", ha adquirido fama mundial después de saberse que elpresidente Obama la encargó para su lectura antes incluso de ser publicada.
Antes había publicado "Movimiento fuerte" su segundo título,  donde encontramos una serie de líneas argumentales que van desde la ecología hasta los movimientos antiabortistas, aunque la acción se inicia con un leve movimiento sísmico en el área de Boston donde las grietas que se originan van descubriendo en el entramado económico y social que no son diferentes de aquellas por las que se desvanecen los deseos de nuestra propia vida. Y así, los movimientos sísmicos descubrirán las fallas sobre las que se van construyendo las vidas de los personajes de esta novela.
Dejo unas líneas de una de las reflexiones que hace Franzen en este libro:

… ¿Es posible que la inteligencia artificial lea un libro con plena comprensión? ¿Puede pintar un cuadro original o componer una sinfonía? ¿Puede distinguir entre hecho y simple imagen y tomar decisiones políticas responsables basándose en esta distinción?

El sistema aduce que el programa simula la inteligencia del estadounidense medio de los años noventa.

Se podrá objetar también que ninguna máquina, por muy sofisticada que sea, será capaz jamás de sentir subjetivamente el color azul o de saborear la canela o de ser consciente de sí misma mientras piensa.

El sistema considera esta objeción impertinente y peligrosa. Porque en cuanto introduces la subjetividad en una discusión lógica, en cuanto concedes realidad a fenómenos que no pueden ser verificados por una máquina o una reacción química, en cuanto afirmas que la interpretación subjetiva de unas moléculas de canela como “¡Oh! ¡Canela!” tiene sentido, entonces estás abriendo una caja de Pandora. Dicho y hecho, la misma persona de la canela te vendrá diciendo que interpretes el silencio de una cima montañosa como “¡Oh! Noto a mi alrededor una presencia eterna”, y la oscuridad de su cuarto por la noche como “¡Oh! Poseo un alma que trasciende su recinto físico”; de ahí a la locura no hay más que un paso.

Es mucho más sensato vivir racionalmente, como hace la máquina. Votar al hombre que tenga la postura más radical sobre el narcotráfico. Sostener que lo real del sabor/aroma de la canela no es otra cosa que su contenido informacional: la canela le dice al cerebro –y ello por puro accidente químico, ya que no es nutritiva_ “cómeme, soy buena para ti”. Es absolutamente más sensato reírse de la persona que te diga que sin tu experiencia subjetiva de la canela te habrías ahorcado a los trece años, y que sin tu experiencia subjetiva del olor de la nieve fundida tu actitud hacia tu madre, esposa o hija se reduciría a “¿Cómo hago para que me dé lo que yo quiero?”. Y así como hay personas privadas del sabor, así como el líder de una nación de ciegos cromáticos vive en su negro Berlín, su gris Tokio o su Casa Blanca y se mofa de quienes afirman tener sensaciones con el color azul, así también tienes que aprender tú a mofarte de los que han estado en las cumbres y dicen haber sentido la presencia de un Dios eterno, y a rechazar cualquier conclusión que puedan sacar de dicha experiencia.

De lo contrario, se dejas que las emociones te induzcan a pensar que existe algo único o trascendente en la subjetividad humana, puedes acabar preguntándote por qué has organizado tu vida como si fueras una simple máquina para la no placentera producción y el placentero consumo de productos. Y por qué, en nombre de la paternidad responsable, estás inculcando en tus hijos la misma actitud consumista si lo material no es la esencia de la humanidad: por qué estás garantizando que su vida esté tan repleta de mercancías como la tuya, y de tareas y bucles y entradas y salidas, de tal forma que habrán vivido solamente para perpetuar el sistema y morirán por la sencilla razón de que están agotados. Tal vez empiece a preocuparte que con cada electrodoméstico que compras, cada trozo de plástico que tiras, cada equis litros de agua caliente que desperdicias, cada acción que compras o vendes, cada kilómetro que conduces, estás propiciando el día en que no habrá tierra, aire o agua en el mundo que no hayan sido cambiados, el día en el que la primavera olerá a ácido clorhídrico y la lluvia en verano tendrá sabor a paradiclorobenceno y el agua del grifo será de color rojo y sabrá a Pepsi y los únicos pájaros serán gorriones cultos que trinarán “¡Di que no!”, arrendajos que graznarán “¡Sexo, sexo!” y pollos que piarán “¡Carne blanca!”, y tú comerás ternera una noche y pollo la siguiente y ternera la de más allá y todos los bosques estarán plantados con la misma especie de pino o la misma especie de arce, e incluso a mil millas de la costa el fondo del océano estará cubierto de verdín y de envases de leche, y allí sólo nadarán sardinas y atunes y gambas gigantes, e incluso de noche en la cima de un monte remoto el viento olerá a salida de humos de un McDonald´s, y oirás alarmas de coche y televisores y el retumbo de los reactores a cuyos pasajeros se les dará a elegir “¿Pollo… o ternera?”, y aquella naturaleza en que todo el mundo, a sabiendas o no, sentía inmanencia de la eternidad habrá muerto, y el periódico que puedes leer en el monitor (para comprarlo has tenido que sudar tinta ante otro monitor) te dirá que El hombre es libre y todos somos iguales y que El minigolf arrasa en la ciudad. Descubrir que ese mundo es imperfecto será muy inquietante. Así pues, para tu propia tranquilidad de espíritu, ya que nada se puede probar o refutar –ya que tu ciencia se descalifica a sí misma para responder justamente a las preguntas relativas a la capacidad de inteligencia para sentir lo que, en un sentido absoluto y verificable, no está ahí-, ¿no será mucho más seguro suponer que las máquinas tienen un alma y unos sentimientos virtuales propios?