Pensamientos, reflexiones, relatos y demás desvaríos desde la Inopia.
Welcome to the Inopia.
Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.
No maldigo la
Navidad porque sí, solo que hoy es martes veinticuatro de diciembre y sigo sin
saber nada de ti. Tampoco odio a mi familia, es solo que no estoy acostumbrado
a verlos durante tanto tiempo y desde ayer convivo con okupas. Su compañía
acentúa mi incompatibilidad familiar profundizando aún más si cabe mi sensación
de desarraigo. Y no es que me acongoje esa sensación, porque desentendido desde
hace tiempo de todo sentido de la responsabilidad, al menos puedo agradecerle a
la jodida Navidad que me recuerde todo lo que aborrezco. Tampoco es que sea un
proscrito social, es tan solo que ya hay demasiado sentimiento artificial para
andar amando sin conocimiento, así que prefiero abrazar la soledad.
Inmerso en una
catarsis febril, escribo bajo el aire acondicionado, en pleno diciembre, con un
gramo de paracetamol en digestión, sintiendo el acompasado ritmo de mi músculo
torácico y entregado por completo al consecuente delirio. Bajo esta perspectiva
solo necesito dos cosas: la última foto que te tomé desnuda, sin que tú lo
supieras, y un bourbon con hielo. Al mirar la foto creo recordar que la cámara
con la que fue tomada era un regalo tuyo por Navidad.
Puede que mañana lo mandara todo al carajo, pero hoy no, más cuando la
buena suerte parecía estar de su parte. Con tres ases y una escalera de color
en las dos últimas partidas creía haber empezado por fin su buena racha y necesitaba
dinero, necesitaba ganar más partidas, necesitaba la compañía del buen fario un
poco más, no podía abandonarle ahora que la suerte le había tomado de la mano.
Del póker paso al blackjack, luego a los dados… La noche iba viento en popa
por lo que decidió probar fortuna con la ruleta rusa. Giró el cargador
aproximando el cañón a su cabeza, contó hasta tres y apretó el gatillo. Su dinero
y su vida apostados a una sola bala. Quizás fuera hoy...
2. SIN NINGÚN ATISBO DE ARREPENTIMIENTO.
Quizás mañana cuando el mañana no existe es el peor de los insultos, le
dijo al tipo que le sirvió un menú compuesto de caviar ruso y mousse de pato.
Había pedido también champagne francés y una botella de Imperial Gran Reserva
del 2004. Pero estas dos últimas cosas no habían sido concedidas. Mientras
comía no trataba de pensar en nada, pero era imposible no masticar pasados,
presentes y futuros junto al mousse de pato. Toda una vida digerida en una última
comida antes del punto y final. Sus últimos pensamientos mientras comía fueron
para el tipo que se cruzó en su camino en un momento inoportuno. Y ahora estaba
aquí, en la celda 128, degustando un exquisito manjar sin ningún atisbo de
arrepentimiento.
3. ELLA DUERME DESNUDA.
Estoy cansada, anda duérmete cariño. Eso fue lo que me dijo antes de
girarse en la cama y darme la espalda. Me quedé mirando al techo como casi
siempre. Lo malo es que a oscuras no se ve un carajo. No podía dormirme así que
decidí soñar despierto. Soñaba que era joven y que la mujer que dormía a mi
lado también lo era. Y que hacíamos el amor en la cama, en el sofá, en la
cocina, en el baño, en el coche, en el ascensor… ¡Joder!, era maravilloso. Lo
que no acabo de entender, y me tiene algo desconcertado, es por qué desde hace algún
tiempo ella siempre duerme desnuda.
4. PLATOS ROTOS.
Mejor venga
otro día, hoy no hay nada que ofrecerle. Cuando llegaba mi turno siempre
escuchaba lo mismo. Con una jodida retahíla de excusas vagas e inconsistentes
me negaban el pan y la vida. Y así un día tras otro, una empresa tras otra, una
negativa tras otra. Una mañana me harté de tanta falsedad, agarré mi escopeta
de caza y apunté a aquel tipo hasta que se lo hizo encima. Sé que no tenía
culpa de nada pero alguien tenía que pagar los platos rotos. Pero no lo hice,
mi desesperación daba para eso y para más pero mi orgullo y mi dignidad pisaron
el freno otra vez. Al menos ahora tengo un techo y trabajo: soy el encargado de
planchar la ropa en la lavandería de la cárcel.
5.
EL JUGADOR NÚMERO CINCO.
En torno a una
mesa cuatro jugadores aguardan su turno. Intentan no cruzar sus miradas. Todos miran
al hombre que toma el arma con su mano izquierda y acaricia el cañón unas
cuantas veces antes de colocárselo junto en la sien. Cuando sin cerrar los ojos
aprieta el gatillo su pulso no se altera, al contrario, tanto es así que su
frialdad y seguridad en sí mismo asustan más si cabe al resto de jugadores. Es
tal la confianza que desprende que vuelve a disparar una vez más y otra hasta
que en el cargador solo queda una bala. Un sudor frío recorre las caras de sus
oponentes pero el jugador número cinco sigue impasible. Sin decir nada recoge
el dinero ganado y se marcha con cierta prisa. Los otros cuatro jugadores
comentan a su marcha que por lo visto alguien importante le espera en un cruce
de caminos.
Dos varones, cuarenta y cinco años de
edad más o menos, acaban de salir del restaurante donde su empresa ha celebrado
la cena de Navidad, deciden tomar un par de copas en un sitio de moda donde un
amigo de uno de ellos les ha contado que hay unas go-go dancer de muerte bailando
dentro de una jaula. No se lo piensan dos veces y deciden ir. Paran un taxi,
son algo más de las doce de la noche. Al garito hacia donde se dirigen está en
la zona centro de la ciudad. Una vez allí, piden un par de gin tonic mientras
observan a una de las chicas.
-Mira como baila la condenada. Parece que
lleva instalada una batería en el culo.
-Joder tío. Está buenísima.
-Ahí, metida en esa jaula y con esa ropa
a quién no le “pone”.
-Que está tremenda no hay duda, pero
igual luego es una jodida analfabeta.
-Puede ser, pero a un buen culo no le
hace falta dictar clases de filosofía.
-Coño, ya lo sé pero imagínate que logras
presentarte, la invitas a un par de copas, la convences para sacarla de este
antro y que te acompañe a tu casa a tomar otra copa ¿me sigues, no?
-Te sigo.
-Bien, tomáis la copa, unas risas, te
acercas más a ella en el sofá, le susurras al oído algo bonito y zas, estáis en
la cama follando como campeones. Bien hasta ahí todo bien. Pero después del
polvo encendéis un cigarro y surge la conversación. Y resulta que es una puta
analfabeta, coño, una ignorante total y absoluta tonta del culo.
-Joder, y para eso tanta historia. Mira
Pablo, si te enrollas a una tía cañón no es para que te de clases particulares
de teoría cuántica ni para que te diga su opinión sobre el bosón de Higgs
¿entiendes?
-Claro que te entiendo, Jaime. Pero no
sé, no todo es sexo.
-Ya, entonces a qué coño hemos venido a
esta discoteca donde ni nos gusta la música, ni el ambiente, ni mucho menos los
licores de garrafón que sirven.
-La verdad es que desde que entramos por
la puerta ando algo perdido al respecto.
-Hombre, teniendo en cuenta que somos dos
carcamales que pasamos de los 45, hasta ahí todo encaja ¿no crees?
-Putas cenas y copas de Navidad . Por qué
terminaremos siempre siendo tan patéticos.
Es noche cerrada, hace frío, cierta
neblina cubre la calle Beale. Los luminosos de los bares forman una amalgama
colorida y chispeante que intenta reclamar la atención de los caminantes. El
Rum Boogie´s y el Coyote Ugly saloon centellean quizás un poco más que el
resto. Al final de la calle se encuentra el Blues City Memphis, un pequeño club
entre cuyas paredes todavía resuenan los ecos de los viejos bluesman del
pasado. Hoy ya en decadencia mantiene un encanto añejo y misterioso difícil de
explicar. En su interior un tipo bebe solo sentado en una banqueta junto a la
barra. En un pequeño escenario tres músicos desgarran un viejo blues. El que
viste de negro y toca la guitarra también canta. Tras un trago de bourbon, el
hombre que bebe solo comenta algo al camarero.
-Ese tipo toca la guitarra como si
estuviera ausente. Como si no hubiera nadie en la sala más que él y su
guitarra.
-Sí, desde hace algún tiempo es como si
estuviera en otra parte. Eso sí, su manera de tocar no ha cambiado. Sigue
siendo tan auténtica como siempre. No he escuchado a nadie tocar blues como a
él. Lástima que ese carácter tan especial le haya apartado siempre de la gente
que maneja el negocio de la música. Bueno su carácter y… ¿Le pongo otro
bourbon?
-Sí, póngame otro, pero esta vez que sea
doble.
-Está bien. Aquí tiene.
-¿Siempre viste de negro?
-No, antes era un tipo que aunque de
carácter fuerte parecía llevarse bien con todo el mundo. Hasta que de repente se volvió irascible y
solitario. Creo que fue por lo que le pasó con aquella mujer.
-¿Cómo dice?
-Bueno, perdió la cabeza, y creo que algo
más importante, por ella. No había nada ni nadie que pudiera interponerse entre
él y esa mujer. Para después pasar lo que pasó… Hija de la gran puta. Si
hubiera sabido desde el principio que era una zorra de lujo. Una jodida
ninfómana devora hombres. Dicen que llegó a tirarse a cinco tíos delante de su
geta en las orgías en las que participaban. Además, volaba demasiado alto para
un tipo como Jeff…
-Continúe, por favor, muero por saber
cómo termina la historia.
-¿Es usted periodista?
-No, no. Tan solo un amante del blues.
-Bueno, ella le dejó por un productor
musical, entonces Jeff enloqueció. Quería matar a ese tipo. Su música dejó de
sonar igual que antes, comenzó a beber más de lo que su cada vez más maltrecho
cuerpo podía aguantar. Ya nadie quería tocar con él. Sus manos quedaron
paralizadas. Pero al cabo del tiempo volvió a recuperar su forma de tocar. Desde
aquello ya no se le ve con mujeres, siempre solo. Creo que ya solo toca aquí,
en esta sala, no habla con nadie ni antes ni después de cada concierto, toca el
repertorio y se marcha sin decir ni una palabra. Todas las noches se repite la
misma historia. Pero hay algo curioso que ocurre noche tras noche. El
repertorio cambia más o menos después de cada sesión, pero una canción nunca
falla: Evil, ese viejo blues de
Willie Dixon.
-Vaya, parece una historia interesante,
cargada de cierto misterio ¿no le parece?
-Sí, misterio es todo lo que rodea a
Jeff. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó después de que aquella mujer lo
abandonara. Hay quien dice que vendió su alma al diablo para recuperar su
genuino toque de guitarra. Qué estupidez ¿verdad? ¿Quién demonios podría creer
semejante historia? Pero ya sabe, por aquí esas cosas son bastante comunes.
-Bueno, el miedo hace creer en lo increíble
amigo.
-Si claro, quizás sea eso, el miedo.
-Por cierto ¿podría decirle a Jeff que le
espero en su camerino al término del concierto?
-¿De parte de quién?
-Dígale que un viejo conocido ha venido a
cobrarse su deuda.
En cuestión de
días el Gobierno pretende impulsar una nueva ley que podría llegar a imponer
multas astronómicas de hasta 600.000 euros a cualquiera que participe en
protestas pacíficas, como los miembros de Avaaz. Pero un gigantesco clamor
público justo ahora puede forzar al PP a parar esta mordaza anti-ciudadana.
El PP sabe que
con tantas políticas impopulares está perdiendo la batalla frente a la opinión
pública, y con esta Ley de Seguridad Ciudadana busca anular las voces de los que
denunciamos sus fechorías y exigimos responsabilidades. Pero podemos parar esta
propuesta absolutamente anti democrática, forzando al gobierno a elegir entre
aferrarse a su agenda represora o enfrentarse al mayor descalabro electoral en
la historia de nuestra democracia.
Haz clic para
firmar esta petición urgente e invita a todo el mundo a unirse. Es hora de
crear una campaña ciudadana sin precedentes y levantar un clamor que retumbe en
todo el país. En pocos días el Consejo de Ministros puede aprobar el
anteproyecto. Si no actuamos ahora podríamos despertarnos pronto y
descubrir que han asesinado nuestro derecho a expresarnos libremente:
Según cifras
oficiales, en 2012 hubo 4000 manifestaciones en Madrid. Solo en 12 se
registraron actos violentos. Sin embargo, el Consejo de Ministros podría dar luz
verde en los próximos días a una nueva Ley que impondría multas de entre 30.000
y 600.000 euros por convocar concentraciones no comunicadas frente al Congreso
u otras instituciones del Estado. La misma multa podría recibir cualquiera que
grabase o difundiese imágenes de agentes de policía durante las manifestaciones
cuando se interprete que suponen un atentado a su honor o pongan en peligro la
actuación policial correspondiente.
Pero no es
solo la flagrante desproporcionalidad de dichas medidas lo que está provocando
la crítica de la oposición casi en bloque, y de asociaciones de jueces, periodistas,
e incluso del sindicato mayoritario de la policía. También es alarmante el
hecho de que estas multas se puedan tramitar en el ámbito administrativo, sin intervención
judicial, y por ello sin las suficientes garantías de protección de los
derechos del ciudadano.
Una vez más el
PP está dispuesto a tirar de su rodillo parlamentario -- esta vez para sofocar
las voces de una ciudadanía que apenas cuenta con la protesta organizada para proteger
sus derechos. Pero sabemos que lo que más le preocupa al gobierno es frenar la
sangría de pérdida de votos que sus políticas están causando. Por eso, si respondemos
con fuerza ahora se darán cuenta de que esta ley podría ser su tumba electoral
y no tendrán más remedio que dar marcha atrás. Firma la petición y compártela
con todo el mundo:
Dos tipos se encuentran en el bar de
copas de costumbre. Uno de ellos bebe apoyado en la barra con un gesto que
delata cierta melancolía. El que acaba de entrar pide lo mismo que su amigo;
Ballantines con Coca-Cola. Como en un primer momento no parece querer
percatarse de su presencia, toma la iniciativa saludándole de forma
manifiestamente efusiva.
-¡Qué tal Andrés! ¿Cómo estás?
-Bien, bien. Aunque podría estar mejor.
-Ja, ja. Claro si te tocara la lotería
¿no? Eso decimos todos.
-Mi mujer me ha abandonado.
-Ostias tío ¿Y cómo ha pasado?
-Pues ya ves. Una mañana, ya hace un par
de semanas, me dijo que ya no quería vivir conmigo.
-¿Eso fue todo?
-¿Te parece poco?
- No sé, joder, te daría alguna
explicación.
-Si entiendes por explicación que ya no
podía seguir viviendo conmigo.
-Solo eso. No te dijo que ya no te
quería, que ya no le gustabas. No sé, alguna explicación te daría.
-Sí, bueno. Me dijo que si quería seguir
follando con ella mejor vivir separados.
-¡Coño! Eso sí que es cojonudo. No jodas
que te dijo eso. Ja, ja, la muy puta.
-No te pases, todavía sigue siendo mi
mujer y la sigo queriendo a pesar de todo.
-Perdona tío pero es que no entiendo
nada.
-Verás, me dijo que si no se marchaba de
casa terminaría por dejar de quererme, entonces se buscaría un amante, lo cual
sería un engaño, una traición, porque la idea de tener un amante la estaba
empezando a seducir. Por lo tanto, para evitar estas situaciones indeseables
para ambos era mejor marcharse de casa y que el amante fuera yo. Dejaríamos de
ser marido y mujer para ser simplemente amantes. Sin compromisos, sin ataduras.
Solo pensaríamos el uno en el otro con los ojos del deseo.
-Ostias con tu mujer. Pero a la muy
cabrona (con perdón) no se la puede acusar de falta de sinceridad. Por cierto,
lo ojos no piensan.
-No me seas tan perspicaz, piensan más de
lo que tú te crees, sobre todo cuando nos referimos a las cuestiones
relacionadas de con quién te vas a la cama ¿Y tú Javi, qué tal con tu mujer?
-Pues dejó de quererme y me abandonó. Sin
previo aviso. Hace como unos tres meses más
o menos cogió sus cosas más personales de la casa y se marchó. Desde entonces
no sé nada de ella.
Papá, ¿Tú no tienes frío? Le pregunté mientras lo arropaba con la manta. Si le hubiera preguntado si tenía calor, hambre, sed o dolor me hubiera respondido lo mismo. Qué más da. Otras veces le contaba historias que él antes me había contado, como si me hubiera convertido en el único guardián de su memoria perdida. Su mirada, casi siempre esquiva, parecía entonces resplandecer al oír el sonido de mi voz. O al menos era lo que necesitaba sentir para que fuera yo el que no tuviera frío.
Un
día más Gregorio Sánchez sintió horrorizado cómo su cuerpo cambiaba. Sin poder
ejecutar ningún movimiento que al menos le produjera el alivio de cambiar de
postura, no recordaba cuanto tiempo llevaba tumbado boca arriba. Sus
desesperados gritos pidiendo ayuda no parecían oírse. Pero no tardó mucho en
aceptar su destino, es más, llegó a pensar que aquella situación no era tan
desagradable, sobre todo cuando sentía ese cosquilleo desde los pies hasta la
cabeza. Era una sensación extraña, indolora y hasta cierto punto placentera a
pesar de la incómoda situación.
Una
mañana se escuchó un golpe fuerte y seco. Tras derribar la puerta diferentes
personas fueron llegando al lugar donde se encontraba Gregorio. Tantas personas
hablando a la vez le impedían entender lo que decían, hasta que por fin una voz
se elevó por encima de las demás:
“El
cadáver lleva en descomposición más de veinte días. Lo atestiguan las distintas
variedades de insectos necrófagos, tales como coleópteros, dípteros e
himenópteros que se han encontrado por todo el cuerpo. Tras una primera
exploración se sospecha como causa principal del fallecimiento la ingesta de
algún veneno”.
Fue
entonces cuando Gregorio supo de su condición de cadáver.
En Papalapuit los papaliputienses cultivan papachugas, crían papaperdos y
navegan por las costas de su isla en busca del más preciado de sus tesoros: el
papabugo, pez de exquisito sabor, rico en proteínas y considerado un ser
sagrado, ya que cuentan los más viejos papaliputienses que de la evolución de
algunos de estos peces que se atrevieron a salir a tierra firme proviene el
primer papaliputiense. Esto ocurrió hace muchísimos años, en el principio de
los tiempos. Ahora, los más jóvenes e intrépidos papaliputienses aspiran a ser
como los forasteros que llegan hasta Papalapuit en grandes barcos. Esos
extravagantes seres que armados con unos extraños artilugios no paran de mirar
y escuchar pero no parecen ni ver ni entender nada. A pesar de todo, los
jóvenes quieren ser como ellos. Los viejos, basándose en su más que
experimentada sabiduría, les aconsejan que no encontrarán un lugar mejor que
Papalapuit. Pero no se pueden poner puertas al mar, ni siquiera en Papalapuit.
Muchos de estos jóvenes papaliputienses se marchan de Papalapuit si no en
busca de un futuro mejor si al menos de un futuro diferente. Como veis,
Papalapuit no se diferencia mucho de cualquier otro lugar.
Nunca
tuve vecinos. El piso contiguo al mío estuvo siempre vacío hasta que llegaron. Eran jóvenes, guapos, parecían felices. Un camión de mudanzas trajo los
muebles y unos grandes baúles de los que se usan para guardar ropa. Ellos vinieron en un coche de aspecto deportivo con tan solo dos maletas.
Desde
el primer día no paraban de recibir visitas. Gente joven como ellos. En la
escalera siempre encontraba restos de alguna de sus fiestas. Acostumbrado a la
soledad, mi paciencia se fue agotando poco a poco. No soportaba ni los
continuos ruidos, ni a la gente que entraba y salía. Pero sobre todo no
soportaba su aparente felicidad. Debió ser eso y no otra cosa lo que me empujó
a agarrar la escopeta tantos años olvidada y descerrajarlos un tiro en cada una
de sus cabezas. Todo quedo ensangrentado. Sus sesos salieron despedidos. Sus
caras quedaron con un gesto de terror imborrable.
Ya
no tengo vecinos, vivo en una celda de aislamiento para presos con problemas
psiquiátricos. Estoy solo como siempre quise estar, pero sigo escuchando risas
y murmullos al otro lado de la pared de mi calabozo. Un día, además, creí
escuchar “sabemos que tienes cáncer terminal”…
Difuntos occisos caminan sin detenerse ante nada. Atrás dejaron sus tumbas
con un propósito claro. Al principio eran solo un puñado, pero poco a poco se van haciendo más numerosos. Es noche de difuntos y han aguardado muchos años este momento.
Demasiada rabia contenida, demasiada espera. Nunca creyeron tener que hacerlo. Confiaban en que algún día los vivos dignificasen su memoria. Perdida la
fe han decidido hacerlo ellos.
Ya son varios miles de zombis los que se han reunido ante la puerta del
templo situado en un valle. Una gran cruz levantada en piedra señala el lugar.
Atraviesan la puerta y se detienen ante una tumba con un nombre grabado en oro.
Un silencio sepulcral antecede al momento en el que se abalanzan sobre el
cadáver que allí yace. Lo arrancan de su plácido descanso y se lo llevan. Como
una santa compaña lo trasladan hasta el acantilado más alto. A cabalgar, a cabalgar hasta enterrarlos en
el mar, se escucha en un frío e inquietante murmullo. Lo arrojan sobre las
olas que, enfurecidas, rompen contra las rocas.
Esta noche volverán a sus tumbas perdidas con algo más de paz que antes.
Es noche de difuntos. Es noche de memorias enterradas.
Dos tipos discutían acaloradamente en la calle. Se les
podía ver desde mi ventana. Aunque no podía escuchar claramente cuál era el
motivo de la discusión, los dos hombres de mediana edad y ataviados uno con
traje oscuro y el otro con traje gris, parecía como si uno de los dos hubiera
cruzado cierta frontera prohibida. Deduje que debían ser vendedores. Yo también
lo era y su aspecto no era muy diferente al mío cuando me enfundaba el traje de
faena.
Al cabo de unos treinta minutos uno de los dos hombres
se marchó no sin dejar de hacer aspavientos con los brazos. Sonó el timbre de
la puerta. Abrí. Era el hombre del traje gris. También vendía puerta a puerta.
Antes de que me dijera lo que ofrecía le pegunté por la disputa.Pura competencia-me dijo-,soy pastor de una
nueva religión que posee el dios que lava más blanco. Mi competidor decía que
además de blanquear, el suyo, también abrillantaba.Solo trataba de
demostrarle que esta zona era mía. Me entregó un librillo con todos los detalles.
Después
de aquella visita sigo siendo ateo pero aproveché la ocasión para hacerle
cambiar de compañía de seguros.
Se acaba el
verano, las vacaciones y empieza el nuevo curso sin que ninguno de los desmanes,
abusos y tropelías (que el Gobierno de Rajoy nos dejara antes de su “merecido”
descanso estival) haya visto su fin.
Porque no hay nada como la “crisis” para cometer tantos atropellos al
ciudadano y poder disfrazarlos con el objetivo de intentar hacerlos pasar tan inadvertidos
que ni siquiera ya se proteste por ellos. A estos gobernantes con Rajoy, Soraya
y Cospe a la cabeza, lo que les pase a las personas les importa un huevo. Han
demostrado por activa y por pasiva que lo único que les importa es la cuenta de
resultados de los bancos. Por eso, tras el verano, más de lo mismo. Estos son
algunos de los graves problemas que tratamos de olvidar durante las vacaciones
(los que hemos tenido la suerte de tenerlas) con las “soluciones” que hasta
ahora ha dado el PP a los mismos:
Que la
corrupción sigue siendo el pan de cada día de los partidos políticos que
manejan el poder. Todo mentira e invento de la prensa, y si se demuestra que
algún político es corrupto lo hacía al margen del partido y en su propio
beneficio no en el del partido.
Que hay
ciudadanos desahuciados que se quedan en la calle porque no pueden hacer frente
a la hipoteca tras quedarse en paro (después de que los bancos dieran todo tipo
de facilidades para pedirla). Que no la hubieran firmado.
Que se
quedan sin trabajo y sin ingresos. Algo habrán hecho para que los despidan y si
no que trabajen más por menos.
Que vemos
recortadas la sanidad la educación pública y la cultura. Estas cosas son un
lujo que no nos podemos permitir. Estas cosas hay que pagarlas al margen de los
impuestos.
Qué nuestros
investigadores y científicos se marchan fuera del país a buscarse la vida.
Mejor, menos parásitos no productivos a los que mantener.
Que a muchos
ancianos se los ha engañado con las preferentes. La culpa es de ellos por
avariciosos y si no que no se hubieran dejado llevar por los directores y
personal bancario conocidos de toda la vida en los que tenían plena confianza y,
por supuesto, que se hubieran leído mejor la letra pequeña aunque muchos de los
estafados fueran enfermos de Alzheimer o ni siquiera supieran leer.
Que la
reforma laboral del Gobierno facilita y abarata los despidos propiciándolos en
masa y no contribuye a que nadie sea contratado. Pues de eso se trata; de
contentar a los grandes empresarios y no a los despreciables trabajadores.
Que las
personas “dependientes” se van a quedar sin ayuda y abandonadas a su suerte. La
culpa es suya por no aprender a valerse por sí mismas o si no, que no hubieran
nacido con malformaciones ni sufrido accidentes laborales. Que cada cual
resuelva sus problemas.
Que nuestros
bosques, montañas, ríos y costas agonizan ante la implacable invasión del
ladrillo (como consecuencia de la burbuja inmobiliaria creada por Aznar causante
principal de nuestros males). No hay que detener el “progreso” si queremos
crear empleo y “riqueza” así que vamos a permitir más deterioro: que las playas
tengan sólo veinte metros (en vez de los cien anteriores) que queden a salvo de
constructores sin escrúpulos. En cuanto a las construcciones condenadas a
demolición, les vamos a conceder una prórroga de setenta y cinco años para que
sigan en pie los mayores horrores urbanísticos ilegales e invasores del espacio
público.
Que la
ciudadanía no se conforma con los fallos judiciales que consideran injustos y
desproporcionados. Pues se suben las tasas judiciales para que sólo los ricos
puedan presentar recursos.
Que se está
metiendo mano a todo el mundo excepto a la Iglesia. Y que queremos en un país
que al contrario de lo que dice la Constitución se sigue considerando católico,
apostólico y romano. A la Iglesia hay que darle todo cuanto pida no se nos
enfaden los obispos. Así que, que continúe
exenta de pagar el IBI por los siglos de los siglos amén.
Que seguimos
empeñados en organizar grandes fastos y, cuando no nos los conceden, ofendidos,
hervimos en furores vengativos, pese a que parecía estar medianamente claro que
para salir del, “hoyo” había que apostar por otra cultura económica más
responsable, austera y alejada de los errores del pasado (que siempre son
presente), pues no, mejor entregarnos sin reparos a organizaciones tan
corruptas y obscenas como el COI o tipos como Sheldon Aldenson (pormotor de
Eurovegas) que parecen estar sacados de la trilogía del Padrino.
Pues este es
el oscuro panorama con el que nos seguimos tropezando a la vuelta del verano.
Soluciones: quizás pensar mejor que hacemos con las papeletas del voto, pues si
para muchos son tan solo una lista con nombres y apellidos para ellos, los
partidos (sobre todo los mayoritarios), son la vida…
A raíz de la querella
presentada por un grupo de organizaciones como acusación popular contra Luis
Bárcenas, varios miembros del PP y algunos de los principales constructores
españoles, se están conociendo delitos de extrema gravedad presuntamente
cometidos en el seno del partido del Gobierno. Y cada vez está más claro que
los empresarios, también presuntamente, hicieron los pagos a la contabilidad B
del PP a cambios de suculentos contratos para obras innecesarias.Además
del escándalo de los casos de corrupción obscena e indignante que vamos
conociendo día sí y día también, muchas ciudadanas y ciudadanos estamos muy
preocupados por algunos movimientos recientes que parecen tener un fin claro: conseguir
la nulidad del llamado “caso Bárcenas”.NO LO VAMOS A CONSENTIR.
Y para que se enteren y oigan bien claro que no lo admitiremos, que no tragaremos
con tretas y amaños judiciales para que, una vez más, queden impunes los
culpables, una gran cantidad de colectivos, mareas y todo tipo de
organizaciones sociales estamos apoyando la convocatoria de una concentración
el Martes 30 julio a las 20h
en la Puerta del Sol, Madrid.
Más información: http://ecologistasenaccion.org/article25190.html
Cerca de ti
donde mis manos
dejaron de ser libres
para estar al dictado
de tus deseos.
Cerca de ti
donde las caricias
juegan a ciegas,
mis labios atropellan tu boca
y los cuerpos naufragan
en una tormenta nocturna.
Cerca de ti
mis ojos no necesitan verte;
claudican ante el imperio
del tacto
en una lucha infinita
cuerpo a cuerpo,
beso a beso.
Cerca de ti
el aire se hace tuyo
y ya solo respiro
tu aliento;
recorro tu rostro
inhalando cada poro,
dibujando te quieros
con mis besos.
Cerca de ti
sin decirnos nada,
caricia a caricia
como se acaricia el cielo.
Desde muy joven quise comerme el mundo como si fuera un bocadillo del mejor fiambre. Pero no me debí preparar bien, mi estómago es demasiado delicado para tragar tanta mierda, así que de arcada en arcada fui vomitando todo lo que no tenía a la belleza como ingrediente. Desde entonces ando algo famélico.
II.
Cargado con un saco de sueños me eché al camino. En cada lugar adonde llegaba me iba despojando de alguno, bien por voluntad propia o bien porque alguien me los robaba. Esto último ocurría con más frecuencia, el mundo debe estar lleno de devoradores y ladrones de sueños ajenos. Llegados a este lugar del camino en el cual me encuentro mi saco está casi vacío, pero he aprendido a sobrevivir con un par de ellos.
III.
Ella siempre me dijo que tenía que echar raíces; crear una familia, tener un trabajo fijo y bien remunerado, una casa, un coche, varias tarjetas de crédito, un televisor de plasma, un ordenador portátil, un teléfono móvil, un equipo estéreo, muchos discos compactos y también muchos libros que decorasen la gran librería que presidiera el salón. No debí entender bien el consejo de mi madre ya que siempre tuve los pies fuera del tiesto.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si
saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta
cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida
entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en
tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al
cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se
acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando
confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los
labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde
un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis
manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu
pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de
peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es
dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del
aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor
a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.
La actual discusión a propósito
de la obligatoriedad del uso de casco por parte de los ciclistas urbanos, hace
quizá pertinente la recuperación de este billete que publiqué en El Periódico
de Catalunya el 29 de julio de 2000, pocos días después de que un 4x4
embistiera trágicamente a tres ciclistas en Corbera.
PELIGROS
CICLISTAS
Manuel
Delgado
Por
sus virtudes prácticas, deportivas y civiles, la bicicleta es el instrumento
por excelencia de la pacificación de la vía pública. Su presencia en las calles
y las carreteras prueba que es posible la amabilidad en un mundo que tantas
veces se antoja dominado por la insolidaridad y el apresuramiento. Pues bien,
esa exaltación de la cordialidad tiene sus mártires. Decenas de ciclistas –los
últimos anteayer– mueren cada año como resultado de la falta de respeto que
merece la práctica más respetable que conocen nuestros espacios públicos. Los
más ejemplares de sus usuarios son los más vulnerables, los más desprotegidos y
los más despreciados por parte de aquéllos que están convencidos de que la vía
pública no es pública, sino de ellos. ¿La culpa del ciclista? : pretender
circular de otra manera, encontrar otra cadencia, otro ritmo; valorar los
deslizamientos suaves sobre el asfalto, renunciar al vértigo en nombre de la
calma y, sobre todo, creer que él también tiene derecho a transitar.
Nuevas
normas se preparan para acabar con la sangría de ciclistas, pero todas ponen el
acento en las medidas de seguridad que ellos y sólo ellos deben adoptar, como
si de algún modo fueran responsables de la fatalidad que les afecta. Ni una
palabra sobre vigilar y castigar a quienes parecen practicar un sistemático
acoso al ciclista. Nada acerca del peligro que implican ciertos modelos de
coches, como los todoterreno, moles diseñadas para una conducción agresiva y
que pueden matar y matan, como lo acaban de demostrar en Corbera este pasado
domingo.
Por
cierto... Qué curioso. Tantas iniciativas para normativizar la tenencia de
«razas peligrosas» de perros y nadie hace nada por controlar la posesión de
vehículos que dan la impresión de haber sido concebidos para llevarse todo lo
que encuentran por delante.
Cualquier sistema que montéis
sin nosotros será derribado Ya os avisamos antes y nada de lo que
construisteis ha perdurado Oídlo mientras os inclináis sobre vuestros planos
Oídlo mientras os arremangáis Oídlo una vez más Cualquier sistema
que montéis sin nosotros será derribado Tenéis vuestras drogas
Tenéis vuestras Pirámides, vuestros Pentágonos Con toda vuestra hierba y
vuestras balas ya no podéis cazarnos Lo único que revelaremos de
nosotros es este aviso Nada de lo que construisteis ha perdurado
Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado. Leonard Cohen
..y la voz inigualable e insustituible de Constantino Romero.
Alberto San Juan nos pone a todos frente al espejo en este despiadado monólogo que interpreta hasta el 28 de junio en el teatro Alfil de Madrid. Desde la Inopia recomendamos que no os lo perdáis.
"Soy capitalista. Tengo cuenta en un banco que especula con alimentos. Tengo un
seguro médico privado. Tengo la luz contratada con una empresa que roba a sus
clientes porque su objetivo es el máximo beneficio. Cuando trabajo cobro el
sueldo más alto que pueda conseguir, sin preocuparme de cuál es el sueldo y el
resto de las condiciones laborales de mis compañeros. Puedo ayudar
económicamente a un amigo, pero nunca a costa de rebajar mi nivel de vida.
Quiero preservar mi fama, mi cotización comercial, mis propiedades. La sociedad
en la que vivo es injusta hasta la crueldad. Me gustaría que cambiase, pero no
estoy dispuesto a perder en el intento aquello que he logrado acumular. Estoy
hablando muy en serio".
La de cosas que le pueden pasar a uno cuando se mueve en bicicleta:
Tom Bombadil, grupo carismático de Castellón que se formó a
finales de los 80 y que llenó las plazas y locales de muchos pueblos en fiestas con su música celta impregnada de rock, humor y sobre todo mucha,
mucha fiesta. Su trabajo quedó plasmado en dos álbumes, el primero sin título y
el segundo llamado El Camino Pedregoso, en un par de singles y en multitud de
cintas con sus conciertos grabados que pasaban de mano en mano. Nunca se me olvidará la primera vez que lo escuché (en una cinta*): fiestas de Getafe del año 1997, chiringuito del grupo ecologista CÁRCAVA... qué tiempos aquellos...
*Cinta o casete: soporte donde en épocas pleistocénicas se grababa música para después reproducirla en un radiocasete o platina. Si se enredaba (cosa que pasaba muy a menudo) se desenredaba con un boli Bic.
Amanece soleado, mejor que ayer que tuve que hacer el entrenamiento con
lluvia. Aunque estoy acostumbrado a las inclemencias meteorológicas prefiero el
buen tiempo, me va más el calor que el frío.
Comienzo a calentar, dos o tres kilómetros a ritmo suave antes de aumentar
la intensidad de la carrera. Esquivo algún charco que quedó después de la
lluvia caída. Las calles están hechas una verdadera porquería. Alguien debería
de preocuparse por arreglarlas de una puta vez, pero con eso de la crisis y los
recortes no debe haber dinero ni para cambiar una jodida baldosa. También están
las mierdas de perro. Hay que mirar bien donde pisas no vayas a llevarte una
pegada a tu zapatilla. Las mías son Nike, me las compré para preparar este
maratón y lo último que querría es que se pringasen de mierda de perro.
Mi pulsómetro Garmin me marca un ritmo de cuatro minutos y cinco segundos
el kilómetro pero no marca las pulsaciones. Qué raro, no me habré colocado
correctamente la banda transmisora en mi pecho. Da igual, voy a tope y eso es lo que importa. Llevo recorridos
diez kilómetros, me faltan cuatro para dar por finalizado el entrenamiento de
hoy. Giro mi cabeza cuando pasa una tía corriendo en dirección contraria. Está bastante
buena. Lleva auriculares en sus orejas ¿qué música estará escuchando? Seguro que
cualquier mierda moderna de ahora. A mí no me gusta escuchar música mientras
corro. Debo estar concentrado en lo que hago y la música me distraería.
Me dispongo a hacer un último esfuerzo en el sprint que suelo realizar
cuando finalizo el recorrido. Pondré mi corazón a ciento ochenta pulsaciones
durante unos cuatrocientos metros. ¡Mierda! el pulsómetro sigue fallando. Da
igual, me guiaré por el ritmo de carrera.
Noto como mi cuerpo avanza sin resistencia. Nunca me sentí tan bien a
máximo esfuerzo. Parece que volara. Mis zancadas son perfectas. No siento nada,
solo corro como si me persiguiera un rayo. Sí, sin duda nunca me sentí así
hasta ahora. Es el sprint perfecto, el entrenamiento perfecto. Creo que he
llegado al punto óptimo de rendimiento. A partir de aquí todo va ser más fácil.
Termino por fin. Recorro uno metros caminando para relajar los músculos,
aunque esta vez no lo necesito, antes de pararme donde siempre a efectuar los
estiramientos. Vuelvo a mirar el pulsómetro. Marca cero pulsaciones. Llevo varios
días haciendo el mismo entrenamiento, la misma carrera. Llevo varios días sintiendo
las mismas sensaciones. No siento el dolor del esfuerzo, no noto el cansancio, creo
que estoy en plena forma. Alguien, en una maratón, me dijo una vez que si
notabas algo parecido a esto es que quizás estuvieras muerto. Pero no, lo que
pasa es que mi pulsómetro se debe haber averiado.