Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

viernes, 28 de marzo de 2014

CICLOGÉNESIS.




Me gustaría que visualizarais la siguiente escena. Ella está arrodillada, semidesnuda, con la cabeza inclinada hacia el inodoro, con las manos agarradas a sus bordes. Su melena cae lacia casi tocando el agua sucia. A su lado, tirada en el suelo, una fotografía donde aparece ella, con la mirada perdida, junto a un hombre.

No está sola, en la cama hay alguien, que parece estar dormido, ajeno a la escena del baño. Momentos antes hicieron el amor, o mejor dicho follaron, pues en sus movimientos, en sus caricias, en toda la cópula no hubo ni un solo atisbo de amor. Solo deseo, furia, tormenta de sexo sin tapujos, ciclogénesis explosiva.

Cuando el agotamiento trajo la calma él quedó dormido, mientras ella, tendida boca arriba, todavía miraba al techo pensativa. Unos minutos después se incorporará para ir al baño.

Afuera es noche oscura, sin luna ni estrellas. Los nubarrones que la ennegrecen, más si cabe, descargan con inusitada violencia y un estrépito excesivo la tormenta anunciada hace días.

Todavía en el baño la mujer vomita su angustia, su miedo, dejando sus vísceras vacías de remordimientos.

Ya en calma, mira la fotografía y, tras susurrar entre dientes  algo ininteligible, la hace pedazos.

Podéis leerlo también en la web de microrrelatos: http://estanochetecuento.com/ciclogenesis-manu-garpe/



viernes, 14 de marzo de 2014

LLUEVE.




Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, rememora Mario. Mario tiene 80 años y se siente cada vez más inútil, sobre todo desde la última operación de rodilla. Su enorme cuerpo y sus más de cincuenta años de trabajo en la construcción castigan sin piedad sus articulaciones, por no hablar de otras secuelas, de esas que no se ven. Menos mal que Petra está siempre cerca, siempre pendiente. Petra es la mujer de Mario, a la que sigue queriendo tal vez por necesidad o por rutina. Pero qué más da a estas alturas de la vida, piensa Mario mientras observa la lluvia a través de los cristales, aunque últimamente trate de no pensar demasiado, tan solo dejar pasar el tiempo y esperar.

Hoy la mañana gris escupe un grito que se ahoga contra el silencio de una radio que no debiera estar apagada. Todavía en pijama, Mario, espera a que Petra le sirva el desayuno. Pero lleva más de una hora sentado junto a la mesa de la cocina y Petra no enciende la radio, no pone a calentar la leche. Hoy no se levantó antes que él.

Golpea ahora la lluvia los cristales con más fuerza. Mario todavía espera a que su mujer le sirva el desayuno, le ayude a vestirse, a asearse. Pero Petra permanece aún en la cama, en silencio. Mario seguirá esperando, sin ganas pero con infinita paciencia.


Versión de mi otro relato "Cuando la rutina se quiebra" para participar en el concurso de microrrelatos de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela, que podéis leer también en el enlace:

http://microrrelatosfcjc.com/relato/llueve-/#relato-llueve-


viernes, 7 de marzo de 2014

LEOPOLDO MARÍA PANERO, IN MEMORIAM (1948-2014)

Fragmento de "el desencanto", de Jaime Chávarri

Deseo de ser piel roja,
por Leopoldo María Panero Blanc.

(Sitting Bull ha muerto, los tambores 
lo gritan sin esperar respuesta. )

La llanura infinita y el cielo su reflejo. 
Deseo de ser piel roja. 
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido 
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte. 
Deseo de ser piel roja. 
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores 
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas. 
Deseo de ser piel roja. 
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo 
desiertos abrasados de silencio. Deseo 
de ser piel roja. 
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores 
para hacerlo volver desde el reino de las sombras. 
Deseo de ser piel roja. 
Cruzó un último jinete la infinita 
llanura, dejó tras de sí vana 
polvareda, que luego se deshizo en el viento. 
Deseo de ser piel roja. 
En la Reservación no anida 
serpiente cascabel, sino abandono.