Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

viernes, 13 de junio de 2014

¡YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL!

                                         


Hoy juega España su primer partido en el mundial. Joder, qué ganas tenía de que comenzara el espectáculo. A partir de hoy que le den por culo a la crisis, a la prima de riesgo, a el IBEX, a Rajoy, a Rubalcaba y a Felipe VI. Creo que bajaré al bar a ver el partido. Seguramente habrá más ambiente, a mi parienta no le gusta el “fúrbol” y resulta un coñazo tener que aguantar sus ronquidos tumbada en el sofá, donde no me deja casi sitio. Me tiene hasta los huevos. Cualquier día ya no aguantaré más y entonces… pero hoy hay fútbol, juega España y ninguna zorra me va joder el día.

Entro en el bar, están los de siempre, apoyados en la barra en el sitio de siempre. Joder, parece como si lo tuvieran reservado. Pido una cerveza. El camarero me pone un botellín y yo le digo que pedí una caña. Con algo de enojo se lleva el botellín y me sirve una caña, bastante mal tirada para mi gusto. Quizás sea porque le debió joder mi reclamación. A este tipo todo le jode, no sé para qué coño puso el bar si parece que todos los clientes habituales le molestamos. Tampoco me pone nada para picar. Pero mejor no le digo nada no vaya a ser…

La televisión está sin volumen. Le digo al camarero de cabreo eterno que no se oye. Otra vez con mala hostia coge el mando a distancia y le da más volumen. Ahora está mejor, nunca entendí el por qué en algunos bares las televisiones están encendidas pero con el volumen quitado. Pero eso es otra historia. Hoy juega España y tenemos que ganar a esos putos holandeses de mierda. Ya fueron parte del Imperio y ahora deben hincar la rodilla de nuevo.

Uno de los tipos de siempre, el que está cerca de la máquina del tabaco, está tomando un gin tónic. No parece interesarle el partido. Aparte de él, hay tres tipos más. Estos sí parecen interesarse. Dos parecen amigos. Charlan animosamente sobre si España debe jugar con un nueve puro o con uno falso. El otro tipo está sentado junto a una mesa cerca de ellos. Sin darle permiso se mete en la conversación y asegura que lo que hay que hacer es ganar, da igual quien meta el gol de la victoria, aunque dice preferir que sea Sergio Ramos porque es el más español y el que tiene más cojones. Los dos amigos no parecen hacerle mucho caso.

Comienza el partido. Una mujer entrada en años y con melena hasta la cintura, pantalón ajustado y zapatos de tacón alto entra en escena. Creo que es una de las putas que curran en la rotonda. Lo digo porque me suena su careto y no porque me fijara demasiado el día que le di 30 pavos porque me la chupara. Iba borracho como una puta cuba. Pero su pelo no podía olvidarlo. Cómo olvidar sus largos cabellos enredados entre mi polla y su boca. Ha pedido un cuba libre. Hago un gesto al camarero para que no se lo cobre. Me siento generoso y a pesar de su pelo fue una buena mamada. No creo que me haya reconocido. Cuando el camarero le pone el cubata me da las gracias. “Gracias guapo” me dice. Creo que no me ha visto bien. Joder, ya no soy el que era. Cuando era joven si qué era guapo. Me traía a todas las tías del barrio de calle. Pero ahora estoy jodido, muy jodido. Sin curro, sin guita y hasta, como dice mi hermano el cura, hasta sin alma. Todo se ha vuelto del color de la mierda pero hoy juega España.

Cuando comienza el segundo tiempo el resultado sigue 0 a 0. No ha habido cambios. España juega con un 9 de toda la vida. El tipo que está cerca de la máquina de tabaco que hasta ahora permanecía callado comenta en voz alta que Diego Costa va marcar, por el “Atleti y por España porque aunque sea brasileño tienes los cojones de un español de toda la vida”. Todo el mundo asentimos y gritamos ¡España, España, España! ¡Vamos, Vamos, a por los holandeses, con dos cojones! ¡Oe, oe, oe, oe, oe! Se ha desatado la euforia. Faltaba que alguien encendiera la mecha. Pido mi sexta caña. A partir de la segunda sí me han puesto tapa, pero quizás sea por joder, ni las he probado. Ahora hay algo más de clientela en el bar. A parte de los tipos que estaban cuando entré y la puta de la rotonda hay un grupo de unos cinco chavales ataviados con bufandas de la Roja. La cosa está más animada desde que entraron.

Faltan 5 minutos para que acabe el partido y la cosa sigue 0 a 0. Pero falta la jugada final. Lo intuyo, lo presiento. La historia se va repetir. Pido al camarero un gin tónic y le digo que le ponga otro a la puta de la rotonda. Nadie quita la vista de la pantalla plana. El gol se masca en la jugada que han iniciado desde medio campo los dos Xavis, el balón llega al borde del área a Iniesta cuando el locutor estalla de júbilo. De nuevo tenía que ser Iniesta el que marcase el gol. ¡GOL, GOL, GOL, GOL! ¡OE OE, OE, OE! Joder, todavía no hemos ganado nada, pero parece como si hubiéramos ganado de nuevo el mundial ¡YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL! ¡VIVA ESPAÑA!

Ya no parece el mismo bareto donde entré hace apenas 2 horas. Todo el mundo se abraza. Los chavales después de abrazarse entre ellos rodean a la puta y aprovechan para meterle mano. Ella no se queja. Ríe y también se abraza al grito de viva España. Esta noche habrá que celebrarlo por todo lo alto. Igual le digo a la puta que mejor que me la vuelva a chupar podíamos echar un polvo. Y hasta igual me hace descuento por España y por su triunfo.

Cuando me dirijo a pagar mis consumiciones, de repente, se hace el silencio. Ya nadie grita, ni se abraza. Giro mi cabeza hacia atrás y veo a la puta tirada en el suelo grasiento. Bajo su cuerpo fluye una gran mancha roja. Parece sangre. Es sangre. Frente a ella un hombre bastante corpulento la mira con gesto de odio, en su mano izquierda porta una navaja de grandes dimensiones. Creo reconocerle. En el barrio todos le conocen como el zurdo. Creo que es el chulo de la mujer cuyo cuerpo todavía palpita espasmos antes de vomitar su último aliento con sabor a gin tónic.


En la calle se escuchan gritos de ¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA, OE, OE, OE!  Me voy a casa. No quiero líos. A tomar por culo todo, porque todo es una basura menos España, que ha ganado a esos jodidos holandeses de mierda. Presiento que volveremos a ganar el mundial. No me interesa otra cosa.


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