Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, pero yo diría que no solo es capaz de tropezar dos veces si no las que haga falta con tal de llevar a sus últimas consecuencias cualquier objetivo que se marque, por estúpido, incongruente y contradictorio que parezca. Y es que este país llamado España parece estar dispuesto a tropezar en el mismo pedrusco que propició el atraso (intelectual, científico, cultural, económico, social y educativo por citar los más importantes) con respecto a las grandes potencias europeas en el pasado. Agobiadas hasta llegar a la esquizofrenia por el déficit presupuestario, las comunidades autónomas (en quien recaen las competencias en materia de educación) han optado por recortar los gastos en lo que podemos considerar el motor de progreso de un país que se considere “civilizado”, es decir en educación, nada menos que en un 5% durante este año, lo que supone una reducción de unos 1.800 millones de euros. Es un tijeretazo que se ha acometido fundamentalmente gracias al recorte del sueldo de los profesores dictaminado por el Gobierno central en un panorama general en el que las reformas económicas han abundado más en simples reducciones de gasto, sin criterio racional y más bien ordenadas a empujones por ese leviatán del siglo XXI llamado “mercado” (no confundir con el de frutas, verduras y carnes de toda la vida) que en propuestas realmente reformadoras capaces de equipar mejor a este país para el futuro en pos de poder afrontar mejor nuevas crisis venideras.
Es una pena que esta miopía histórica no tenga manera de corregirse, sobre todo en un momento tan crucial como este, donde la lógica salida a la crisis sería la inversión en futuro y no los recortes que nos hacen retroceder todavía, si cabe, un poco más. Porque el Estado Español invierte en educación menos dinero en relación con el PIB (4,3%) que lo que se invierte como media en la UE (5,05%) y en la OCDE (5,3%).
Y como consecuencia de los recortes solo basta con echar un vistazo a los resultados del último informe PISA (Programme for International Student Assessment), donde el análisis que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) realiza sobre la capacidad de los jóvenes de 15 años de 65 países, deja sistemáticamente en evidencia la calidad del sistema educativo español. Por otra parte, la tasa de abandono escolar (31,2%) más que duplica a la media de la UE (14,4%) convirtiéndose en una deficiencia crónica del sistema educativo español. Además, ninguna de las universidades españolas aparece en el ranking de las 100 mejores universidades del mundo. Como vemos el panorama es desolador y los recortes financieros no harán más que agravarlo si se tiene en cuenta que con ellos se han reducido, entre otras cosas, los salarios de los profesores, lo que, según los expertos, siempre repercute negativamente en la calidad de la enseñanza.
Y todo esto como preludio de lo que acontece en estos días con la inconfundible, inimitable y genuina dirección de Esperanza Aguirre, más conocida como “la Espe”, que hoy, por cierto, ha inaugurado el curso escolar en un centro educativo de la Comunidad, junto a su “Graciosa Majestad”, trasladando a la opinión pública la sensación de que “aquí no pasa nada” cuando la realidad es que existe un gravísimo conflicto educativo y social provocado bajo su responsabilidad. Porque si ya desde el gobierno central, como decíamos antes, se establecieron las bases para que desde los gobiernos autonómicos hicieran el resto y terminaran la faena, faltaba el showman (en este caso la showoman) que diera el espectáculo necesario con el fin de encender aún más a la ya encolerizada ciudadanía (pero no a toda, no olvidemos que una gran parte de ella vota al PP, la que se empieza a conocer como la “carajillo party”). Con declaraciones tales como que los profesores no trabajan más de 20 horas semanales y que la enseñanza pública no debería ser gratuita en todas las etapas. Y estas son solo dos perlas, hay más, que pueden ser una significativa muestra de las “lindeces” con las que se suele despachar nuestra presidenta ante un asunto de tanta importancia y calado social.
Hoy, mañana y pasado están convocadas dos huelgas como colofón (que no final) a las protestas y movilizaciones que se han venido dando a lo largo de este mes de septiembre, cuyo objetivo es que la Consejería de Educación retire la instrucción que suprime los puestos de miles de interinos y aumenta a 20 las horas lectivas obligatorias a la semana. De no ser así esto se traduciría en la no contratación de nada más y nada menos que 3.200 interinos, la supresión de las horas de tutoría y de clases compensatorias, la eliminación de los desdobles en inglés, matemáticas y lengua, y la no impartición de horas de laboratorio en física, química o biología. Todo ello traería como consecuencia el aumento de la ratio de alumnos por clase, por lo que algunos docentes tendrán que impartir materias que no son de su especialidad y los alumnos con necesidades especiales (que más atención precisan) serían los principales perjudicados, con lo que la lucha contra el fracaso escolar se verá también afectada.
Todos estos recortes suponen un nuevo ataque brutal a la enseñanza pública con lo que su paulatino deterioro está servido. ¿A quién beneficia todo esto? Desde luego a las familias que confían en un educación pública, gratuita y de calidad no. Habrá que preguntar, por tanto, a los usuarios de colegios, institutos y universidades privadas si como contrapartida a este deterioro verán incrementada su demanda. Si esto no es un complot que vengan los dioses y lo vean…
***Los datos expuestos han sido extraídos del artículo de Gabriela Cañas. El País 18/02/2011.
muy buen post!!
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