Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

domingo, 17 de abril de 2016

PRETÉRITO IMPERFECTO.



Recuerdo el último beso que le di. Fue bajo la tormenta en una tarde de abril, no recuerdo el día pero sí que nos refugiamos en los soportales de la plaza. También recuerdo cómo iba vestida. Su blusa blanca mojada transparentaba un sujetador estampado que cubría unos senos que imaginaba también mojados, bellos. Se olvidó el paraguas, eso también lo recuerdo, en casa de una amiga y por eso estaba empapada. Recuerdo también sus pantalones vaqueros ajustados y botas hasta más allá de los tobillos. Hay ciertos detalles que por más que lo intento no logro recordar; ni por qué tenía tanta necesidad de verme ese día ni  porqué llegué tarde. Quizás por eso estaba tan enfadada. Lo que no puedo olvidar es su pelo mojado deslizando gotas de lluvia hacia su cara. Creo que fue entonces cuando la besé acariciando suavemente sus mejillas mojadas. Me hubiera gustado prolongar aquel beso pero ella me apartó y comenzó a hablar. Aunque recuerdo su tono de voz, las palabras las recuerdo imprecisas. Desde entonces no he vuelto a verla. Quizás las gotas que se deslizaban por sus mejillas no fueran de lluvia. Quizás no hubiera ni tormenta ni lluvia. Quizás la mujer de pelo cano que esquiva su mirada cuando se cruza con la mía recuerde todo lo que mi memoria ha borrado.








2 comentarios:

  1. Una historia que da para mucho, nos deja con las ganas de saber más. Un abrazo

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  2. Otra vez, gracias por tus comentarios. Lo bueno y/o lo malo de los micros es que casi siempre nos dejan con las ganas de seguir leyendo.

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