Aunque ciertamente difícil que se cumplan
los deseos (al menos a corto plazo), plasmados en esta carta abierta escrita a
Felipe de Borbón el 14 de abril pasado (día de conmemoración de la Rapública)
por el profesor J. C. Monedero, como escribe en los dos últimos párrafos de su
escrito: "Sabemos que es tarea exclusivamente nuestra. Estamos en
ello". Que así sea.
El loco, decía Lacán, no es el
desequilibrado mental que se cree rey, sino el rey que se cree rey. Ser rey en
2013 es como usar un calcetín para no preñar, creer que la luz eléctrica la
enciende el diablo o darse con un látigo de cinco puntas en la espalda para que
los pecados se blanqueen. Por eso las coronaciones o los matrimonios reales
necesitan ser tan efectistas: tienen que compensar con oropel y maneras
antiguas lo increíble del asunto. ¿Te acuerdas, Felipe, de tu boda y todo aquel
gasto descomunal? Los reyes, además, tienen que llenar de brumas su pasado,
para que no aparezca un puñal, un veneno, una traición, un matrimonio de
conveniencia, un soborno, una matazón de campesinos. ¿Quién fue el primero de
la saga? Reyes, dinastías, príncipes herederos, argumentos legitimistas... Pudo
ser o no. Los borbones son un accidente. Viendo la historia, un desafortunado
accidente. No es que los Habsburgo, vulgo Austrias, fueran mejores. Ni mucho
menos. Pero los de la flor de lis, quizá por la cercanía, vienen frenando lo
inteligente en la historia reciente desde, cuando menos, la Revolución
Francesa. De Fernando VII, ni hablamos.
No queremos que seas rey, Felipe. Ya no
son tiempos. Tu bisabuelo entendió que este pueblo ya no lo quería. Se marchó.
Si se hubiera quedado, lo hubieran encarcelado. Pese a los intentos de la
derecha de exonerarle de toda culpa. Tu padre, tú mismo, soy millonarios
gracias al dinero heredado. (Lo de tu hermana se está discutiendo en sede
judicial). Por decirlo amable. No heredáis solamente el derecho de convertirnos
en súbditos. Siempre heredáis mucho dinero. Y luego lo sabéis mover muy bien.
Por decirlo amable. Los republicanos somos amables. Sabemos que el futuro, de
no mediar un apocalipsis nuclear, será republicano. Si hay catástrofe, habrá
reyes. Otra razón para no quereros reinando. Nos da mal fario.
A tu padre lo nombró un dictador. Franco.
A ti te nombró tu padre. Juan Carlos de Borbón. Siguiendo vuestras normas, le
correspondía, por edad, a tu hermana Elena. No la dejasteis. Luego os molesta
que el pueblo haga diferencias entre las personas listas y las personas tontas.
Aunque viendo el comportamiento de la lista, más nos valdría que no lo fuera
tanto. No hay momento en el que hayáis reinado en el que la inteligencia no os
haya repudiado. Tantos siglos y no habéis dejado ni siquiera un buen libro
escrito por alguno de vosotros, una sinfonía, un cuadro, una patente. A ti te
pusieron en una ocasión a presentar una serie sobre la naturaleza. Tu padre ya
se había bajado a unos cuantos elefantes, osos y demás animales con ojos lo
suficientemente grandes como para estremecerte cuando les disparas. Bien lo sabías,
pero te pusiste a darnos lecciones de respeto a la naturaleza. Siempre nos dais
lecciones de lo que no hacéis. Como cuando tu padre nos habla el 24 de
diciembre de la familia cristiana. De Corina, ni hablamos.
Como la iglesia, decís una cosa y hacéis
otra. Hasta ecologista te han presentado. ¿Cuánta gente de la familia real está
vinculada a consejos de administración de empresas altamente contaminantes? No
podemos quereros. Es la voluntad de un pueblo. Necesitamos la República. La
República en España es algo más que una forma de gobierno. Siempre lo hemos
vinculado a un cambio de régimen lleno de simbolismo emancipador. En la
historia de nuestro país, en ese mito de las dos Españas, invariablemente
habéis estado en la misma. Una pequeñita donde siempre estaban también el
grueso de los militares y los sacerdotes gruesos (es decir, todos), financiados
por banqueros y por Santas Alianzas internacionales. También, claro, por ese
pueblo abducido para vuestra causa por tener el verdugo en sus cabezas. Claro que
al final hay gente de vuestro lado. Nos habéis llevado a misa a ostias y a
hostias. También haciéndonos creer que los ricos también lloran o que podemos
vivir vicariamente a través de vuestros palacios y vuestras fiestas. Hace más
daño Salsa Rosa, el Hola y el confesionario que el Mein Kampf.
No serás rey, Felipe. Cuando estudiaste
en Canadá, te dieron el premio al mejor compañero. Podrían haberte dado el de
física, el de matemáticas, el de historia o el de redacción. Pero tuviste que
venirte con el de mejor compañero. No haberlo recibido. Nos gustaría que fuera
os celebraran por inteligentes o por solidarios, no por vuestro glamour
aristocrático. Sabemos que después de los asesinatos de Al Qaeda en Atocha -qué
lástima, tu padre podía haber salido a decir que no había sido ETA, pero se
quedó callado, dando por buena la mentira del gobierno de Aznar y del
candidato, entonces, Rajoy-, digo, después de aquella barbarie, anulaste tu
luna de miel. Pero no fue verdad. Nos enteramos después de que te habías ido, en
secreto, de viaje. En un avión sólo para vosotros, tus amigos -donde no hay
noticia de que haya ningún trabajador-, al Caribe. Nos enteramos porque hubo un
incidente en un aeropuerto en Estados Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en
solidaridad con el dolor que teníamos por los casi 200 muertos. Pero no te
dolía, porque te fuiste a la playa a celebrar. Como Ana Botella con las
muchachas muertas en el Madrid Arena, de las que informaba entre viaje y viaje
a un balneario en Portugal. Sois la misma España. Una que no queremos. Una que
necesitamos superar.
Fuiste hace poco a Caracas, a las
exequias de Chávez. Escuché que te abucheaban. Te fuiste pronto. Ni siquiera te
quedaste a la toma de posesión del Presidente electo, Nicolás Maduro. No tenías
tampoco nada que charlar con Evo Morales, con Rafael Correa, con Cristina
Fernández, con Mel Zelaya o Fernando Lugo. Esa gente ya no está en esa lógica
de las Cumbres que se inventó Felipe González para hacer negocios con sus
amigos. Vaya vaya con la "madre patria".
Es cierto que nunca pedisteis disculpas
por el "por qué no te callas", ese tuteo autoritario de tu padre
contra un Presidente electo. Nunca se contó bien esa historia. En aquella
Cumbre, Aznar, nada más bajarse del avión, insultó, al pie de la escalera, a
Chávez -qué gran Presidente fue Aznar, el corresponsable de la masacre de
Irak-. Después de escuchar las declaraciones de Aznar, Chávez, enfadado,
recordó la participación de nuestro gobierno en el golpe de Estado en Venezuela
en abril de 2002. En el cierre, Zapatero, sin corresponderle la palabra,
intervino, de nuevo para defender a Aznar y reprender al Presidente venezolano.
Ahí es donde Chávez protestó. Y ahí es donde tu padre, quizá con una digestión
pesada, saltó con esas maneras tan borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una
buena relación con América Latina. Por esto, tampoco puedes ser rey, Felipe.No
serás rey, Felipe.
Tenemos que crecer como ciudadanos.
Asumir las consecuencias de nuestros propios actos. Necesitamos solventar
nuestra relación entre los diferentes pueblos de España. Con un rey es
imposible ese diálogo. Tenemos que sentarnos en igualdad de condiciones.Y
necesitamos discutir también nuestra relación con esa iglesia que se mete en
nuestras escuelas, en nuestras camas, en nuestras universidades y en nuestros
laboratorios. Con un rey católico, apostólico y romano no es posible.
Necesitamos frenar el papel de los lobbies, las intermediaciones empresariales,
los patrocinios interesados que invitan a tantas oscuridades. Con reyes ricos y
lobistas eso no es posible.. Sois un mal ejemplo para otro tipo de
emprendedores. ¿Cuantos yates y vacaciones os han financiado empresarios con
intereses confesados e inconfesables?
Tenemos que tomar las riendas de nuestro
futuro en nuestras manos. En la crisis actual del modelo, una crisis que es
integral, ninguna solución pasa por tutela alguna. Para eso necesitamos ser
ciudadanos plenos. Con un rey, no es posible. El pueblo necesita decidir quién
tiene que representar nuestra aventura común como sociedad y cómo articulamos
nuestras relaciones. Asumir esa responsabilidad. Crecer. Seguramente tú,
Felipe, vas a priorizar el mantenimiento de tu puesto de trabajo. Es tu
principal interés. Te educaron para eso. Tu interés por un lado, el nuestro por
otro. A ti te hacemos siempre falta nosotros. A nosotros no nos haces falta tú.
Y porque nosotros somos el pueblo, no vas a ser rey, Felipe. Pero tranquilo: no
depende de ti. Sabemos que esa tarea es exclusivamente nuestra. Estamos en
ello.
Juan Carlos Monedero, publicado en publico.es (14/04/2014). http://www.publico.es/453652/no-seras-rey-felipe?src=lmvn
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