Cada vez tengo más la sensación de que cuando haces algo que va en contra de la forma de entender las cosas de la mayoría eres tomado coma una especie de enemigo al que si no derrotar, si desprestigiar, criminalizar y, sobre todo, considerar como un rara avis que perturba el “orden” del sistema (social) establecido (impuesto). Y digo esto porque cada vez que me subo en mi bici plegable (o la meto conmigo en un vagón de tren o metro) para ir a trabajar soy contemplado como un insolente, un bicho raro por el que hay que sentir vergüenza ajena (tal es su atrevimiento). Por lo menos esa es la sensación que tengo ante las miradas o reproches que suscita el hecho de ver a un tipo sin vestirse de deportista (es decir, con ropa de calle nornmal) subido en una bici que no es de montaña ni de “carreras” surcando, carriles-bici (invadidos casi siempre por peatones), calzadas y aceras (cuando no hay más remedio). Eso en el mejor de los casos, en los peores puedes ser insultado y avasallado (esto último por vehículos de tracción motora) como si de un delincuente se tratase. Y es que Madrid es territorio esquivo para las bicicletas a nivel de comprensión ciudadana y a nivel de diseño urbano. Por eso, los ciclistas ciudadanos que nos atrevemos a desplazarnos en bici deberíamos ser tomados por héroes en vez de por villanos: hacemos ejercicio, tardamos menos en llegar, no contaminamos y solemos ser gente afable y, sobre todo, concienciada con la problemática ambiental en la que se hallan sumergidas grandes y pequeñas ciudades. Sin embargo, constituimos un colectivo que llevamos el peligro en los talones porque circular en bici por Madrid y alrededores es una temeridad. Los carriles habilitados para las bicicletas son más que insuficientes, muchos de ellos están en mal estado y no recorren las vías más importantes.
Hace más de 40 años que el pensador Ivan Illich escribió en su libro “Energía y equidad” que "el varón norteamericano típico consagra más de 1500 horas por año a su automóvil: sentado dentro de él, en marcha o parado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, los neumáticos, los peajes, los seguros, las infracciones y los impuestos para la construcción de carreteras y aparcamientos. Le consagra cuatro horas al día en las que se sirve de él o trabaja para él. Sin contar con el tiempo que pasa en el hospital, en el tribunal, en el taller o viendo publicidad automovilística ante el t.v. Estas 1500 horas le sirven para recorrer 10.000 kms, es decir 6 kms por hora. Exactamente la misma velocidad que alcanzan los seres humanos en los países que no tienen industria del transporte. Con la salvedad de que el americano medio destina a la circulación la cuarta parte del tiempo social disponible, mientras que en las sociedades no motorizadas se destina a este fin sólo entre el 3 y el 8%".
6 km/h es aproximadamente la mitad de la velocidad que desarrolla un ciclista con la única ayuda de sus piernas dando pedales. Por eso, hoy en día, estas palabras siguen siendo tan válidas como entonces, excepto que ahora se podrían aplicar a la práctica totalidad del mundo desarrollado. Hoy sabemos también que el uso compulsivo del automóvil es uno de los mayores responsables del aumento imparable de las emisiones de gases de efecto invernadero, de la pérdida de habitabilidad de las ciudades, de las enormes pérdidas de tiempo provocadas por los atascos, de que las calles hayan dejado de ser lugares transitables y agradables y, sobre todo, del enorme estrés al que viven sometidos los habitantes de las grandes ciudades.
6 km/h es aproximadamente la mitad de la velocidad que desarrolla un ciclista con la única ayuda de sus piernas dando pedales. Por eso, hoy en día, estas palabras siguen siendo tan válidas como entonces, excepto que ahora se podrían aplicar a la práctica totalidad del mundo desarrollado. Hoy sabemos también que el uso compulsivo del automóvil es uno de los mayores responsables del aumento imparable de las emisiones de gases de efecto invernadero, de la pérdida de habitabilidad de las ciudades, de las enormes pérdidas de tiempo provocadas por los atascos, de que las calles hayan dejado de ser lugares transitables y agradables y, sobre todo, del enorme estrés al que viven sometidos los habitantes de las grandes ciudades.
¿Por qué entonces no se pone remedio? Quizás poniendo los medios para favorecer, en vez de entorpecer, un mayor número de ciudadanos se decantarían por la bici (ejemplos en otras ciudades los hay de sobra). Quizás, también, al ser más los que prefiramos las dos ruedas a pedales en vez del coche empezaríamos a conformar una mayoría suficiente para no constituir una insolencia.
La bici merece un respeto y un trato preferente por parte de las autoridades. Despojémonos de prejuicios y acojamos a la bici como la mejor solución para los desplazamientos cortos en nuestras ciudades.
Tienes razón, mucho mejor en todos los sentidos moverse en bici, sobre todo en Madrid, pero la industria automovilística es muy poderosa, sólo recordar el plan 2000E de hace menos de dos años.
ResponderEliminarUn saludo
Muy interesante lo de Ivan Illich... lo voy a utilizar en mi blog.
ResponderEliminarLo que necesita es más que nada un apoyo político, lo cual sigue muy a medias en España.
Para Antonio Martíon: Si, la industria automovilística es muy poderosa, tienes toda la razón, pero el petroleo no es eterno y la conciencia ciudadana, aunque muy lentamente, está avanzando hacia modelos de entendimiento de la ciudad mucho más sostenibles y "humanos". La salud, entre otras muchas cosas, está en juego...
ResponderEliminarPara jonhoran: Puedes utilizar lo que consideras interesante. Cuanto más difusión tenga mejor. Y claro que el apoyo político favorece el uso de la bici. No tienes más que mirar a modelos como el de Sevilla, Barcelona y Donosti.
Saludos y gracias por vuestros comentarios.
BICICLETAS CONTRA EL ESTADO: Las bicis no pagan impuestos, al menos despues de su compra, y como no utilizan combustible tampoco pagan impuestos indirectos (que suponen la mayor parte del precio que pagamos por llenar los depósitos). ¿Qué ocurriría si se generaliza el uso de las bicis y desciende el consumo de diesel y gasolina a unos niveles en que puedan descuadrar las cuentas-presupuestos- del Estado?, ¿Como reaccionarían los ministros de Economía?.... seguramente se impondría un canon por circular por las calles...
ResponderEliminar