Se acerca el maratón de Madrid (MAPOMA2011), apenas quedan 7 días para que el domingo 17 de abril más de 11.000 corredores nos lancemos a la intrépida aventura de recorrer los 42 kilómetros y 195 metros que separan la línea de salida en el Paseo de Recoletos de la meta en el Paseos de coches del Retiro. Este domingo pasado terminé la media maratón, también por las calles de Madrid, cuyo participación tiene el doble sentido de, primero, disfrutar corriendo y, después, preparar por medio de una prueba bastante exigente, como es ésta, mi próximo maratón. El crono no fue demasiado malo (1h38´26¨), aunque en otras ocasiones fuera mejor (he llegado a terminarla en 1h30´) pero lo verdaderamente importante como siempre era pisar meta con la sensación de haber disfrutado, una vez más, del acto de correr junto a otras miles de personas que comparten conmigo una misma afición.
Al margen de mis entrenamientos preparatorios para la gran fecha del 17 de abril, durante estos últimos días he estado leyendo un libro que también se puede incluir en parte de este proceso. Se trata de "De qué hablo cuando hablo de correr" de Haruki Murakami. Aunque leyendo el título y viendo la portada del mismo se pueda pensar que cuando el autor habla de correr no escribe sobre otros temas que no estén relacionados con este hecho, nada más lejos de la realidad, puesto que si bien sobre todo habla del acto, para él cotidiano y rutinario, de correr hay otros aspectos tan importantes como este que también toca: su vida como escritor, su juventud, los tiempos en que regentaba un garito de jazz, sus novelas, sus procesos creativos y sobre lo que ha sido su vida desde el instante que decidió hacerse corredor y escritor, ya que ambos hechos van parejos y todavía siguen siendo inseparables en la vida de Murakami.
En palabras del propio Murakami: “Creo que este libro es algo así como unas Memorias. Sería exagerado llamarlo autobiografía, pero se me hace muy difícil calificarlo sólo de ensayo… Por lo que a mí respecta, me apetecía tratar de ordenar, a mi manera y utilizando como mediador el hecho de correr, mis ideas sobre cómo he vivido durante los últimos veinticinco años, en tanto que novelista y en tanto que persona normal y corriente.”
El título del libro, tan ambiguo como ambicioso en su planteamiento, es un sentido homenaje a ese grandioso creador de cuentos modernos, Raymond Carver, que con tanto sentido e intención elegía los títulos para sus recopilaciones de relatos como en “De qué hablamos cuando hablamos de amor” o “¿Quieres hacer el favor de callarte por favor?”. Y trata precisamente de lo que anuncia el título, de correr y del significado que tiene para Murakami este hecho. Porque, de no haber sido corredor, seguramente sus libros no serían lo que son. Podrían ser mejores o peores, pero serían distintos. Porque correr por placer es mucho más que un deporte, forma parte de una filosofía concreta de vivir la vida.
“De qué hablo cuando hablo de correr” es uno de esos libros que parece que el autor lo hubiera escrito pensando en ti. En tu forma de ser, de entender el deporte y, de alguna manera, de entender la vida. También puede ser una lectura muy recomendable para todas aquellas personas que no acaban de entender porque estamos tan enganchados a esa pasión tan absurda de sufrir corriendo. No sería la primera vez que al finalizar una carrera popular, en el trabajo, o hasta en el entorno familiar, he tenido que escuchar eso de ¿y en qué puesto has quedado? pues si no tienes opción de quedar entre los primeros para qué corres... no tengo palabras... Porque, entre otras cosas, correr por correr significa para mí un hecho insustituible en el que encuentro una paz y un vacío mental que no llego a encontrar, por lo menos de una manera tan sencilla, por otros medios. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, este vacío mental me facilita limpiar la mente para ocuparla mientras corro con nuevos pensamientos y reflexiones libres del molesto ajetreo y estrés diario. Lo cual me produce una sensación muy agradable ya que consigo poner en orden aquello sobre lo que necesito tomar decisiones o, simplemente, tener presente de manera clara y ordenada. Por lo tanto, correr para mí adquiere un significado doblemente placentero: por un lado disfrutar con uno de los deportes que más me gusta y por otro, tomarme un tiempo alejado "del mundanal ruido" en el que puedo dedicarme a pensar. Corro mientras pienso o pienso mientras corro.
Si Murakami comenzó a correr porque sí en un día en el que decidió hacerlo sin más motivación que la de comenzar a practicar un deporte que no necesita ni de equipo, ni de una técnica elaborada, ni de cancha ni de un horario determinado, en mi caso fue algo bastante parecido y con una misma motivación que sigue permaneciendo intacta hasta ahora: correr por correr. Pues fue hace ya 13 años cuando me lancé a correr por las calles de la ciudad donde vivo sin más motivo que hacer algo de deporte y sin más equipo que tú mismo, con la única técnica de tener ganas de correr a través de cualquier calle, parque o camino y con la ventaja de poder llevarlo a cabo aprovechando los resquicios de tiempo que te deje la jornada laboral, familiar o personal.
Como decía al principio tan solo me quedan unos días para mi gran reto deportivo a nivel personal del año: una nueva maratón y esta ocuparía la 12 + 1. Y como para Murakami, “Participar en una maratón y acabarla es para mí lo esencial. Alcanzar la meta, no caminar y disfrutar de la carrera: éstos son, en ese orden, mis tres objetivos fundamentales.”
Por cierto, no quiero cerrar esta entrada sin recomendar la extensa literatura de este escritor y corredor de maratones japonés. Aunque entre las obras que he tenido el placer y la oportunidad de leer (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Kafka en la orilla, Tokio blues y la recopilación de relatos cortos Sauce ciego, mujer dormida, además de por supuesto De qué hablo cuando hablo de correr) si tengo que elegir una esta sería Tokio blues.
Ánimo y que disfrutes con tu maratón.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias. Sobre todo eso: disfrutar. El lunes comentaré que tal me ha ido.
ResponderEliminar