El hombre bala se enfunda el casco, se
ajusta las botas rojas y, disfrazado de súper héroe, sube a la boca del cañón donde introducirá su
cuerpo. Tres, dos, uno, ¡fuego! El hombre bala sale disparado, atraviesa la
carpa, el publico lo despide con un largo ¡Ooooooooooooooooooohhhhhhhhhh! Pero algo
ha fallado, debería haber caído como siempre sobre el depósito de agua, pero
dentro del circo. La bala humana ha atravesado la lona del techado y
váyase a saber donde cayó. Quizás, Rosi, su ayudante y la encargada de todos
los preparativos no calculó bien la cantidad de pólvora o quizás algún día tenía
que pasar lo inevitable. A partir de ahora se agolparán los quizás.
El director de pista pide calma. La
inquietud del público crece por momentos. Los payasos salen a la pista central
e intentan distraer la atención. No sirve de nada, los espectadores se percatan
de que la tragedia está servida. El director de pista vuelve a pedir calma pero
ya nada impide que el público abandone sus butacas y salgan estrepitosamente a
la calle. Buscan al hombre bala. Todo el mundo busca al hombre del traje azul,
botas, casco y capa roja. Todos menos Rosi. Ella no le busca, tampoco el
domador de leones. Ellos se han quedado entre bambalinas.
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