Es noche cerrada, hace frío, cierta
neblina cubre la calle Beale. Los luminosos de los bares forman una amalgama
colorida y chispeante que intenta reclamar la atención de los caminantes. El
Rum Boogie´s y el Coyote Ugly saloon centellean quizás un poco más que el
resto. Al final de la calle se encuentra el Blues City Memphis, un pequeño club
entre cuyas paredes todavía resuenan los ecos de los viejos bluesman del
pasado. Hoy ya en decadencia mantiene un encanto añejo y misterioso difícil de
explicar. En su interior un tipo bebe solo sentado en una banqueta junto a la
barra. En un pequeño escenario tres músicos desgarran un viejo blues. El que
viste de negro y toca la guitarra también canta. Tras un trago de bourbon, el
hombre que bebe solo comenta algo al camarero.
-Ese tipo toca la guitarra como si
estuviera ausente. Como si no hubiera nadie en la sala más que él y su
guitarra.
-Sí, desde hace algún tiempo es como si
estuviera en otra parte. Eso sí, su manera de tocar no ha cambiado. Sigue
siendo tan auténtica como siempre. No he escuchado a nadie tocar blues como a
él. Lástima que ese carácter tan especial le haya apartado siempre de la gente
que maneja el negocio de la música. Bueno su carácter y… ¿Le pongo otro
bourbon?
-Sí, póngame otro, pero esta vez que sea
doble.
-Está bien. Aquí tiene.
-¿Siempre viste de negro?
-No, antes era un tipo que aunque de
carácter fuerte parecía llevarse bien con todo el mundo. Hasta que de repente se volvió irascible y
solitario. Creo que fue por lo que le pasó con aquella mujer.
-¿Cómo dice?
-Bueno, perdió la cabeza, y creo que algo
más importante, por ella. No había nada ni nadie que pudiera interponerse entre
él y esa mujer. Para después pasar lo que pasó… Hija de la gran puta. Si
hubiera sabido desde el principio que era una zorra de lujo. Una jodida
ninfómana devora hombres. Dicen que llegó a tirarse a cinco tíos delante de su
geta en las orgías en las que participaban. Además, volaba demasiado alto para
un tipo como Jeff…
-Continúe, por favor, muero por saber
cómo termina la historia.
-¿Es usted periodista?
-No, no. Tan solo un amante del blues.
-Bueno, ella le dejó por un productor
musical, entonces Jeff enloqueció. Quería matar a ese tipo. Su música dejó de
sonar igual que antes, comenzó a beber más de lo que su cada vez más maltrecho
cuerpo podía aguantar. Ya nadie quería tocar con él. Sus manos quedaron
paralizadas. Pero al cabo del tiempo volvió a recuperar su forma de tocar. Desde
aquello ya no se le ve con mujeres, siempre solo. Creo que ya solo toca aquí,
en esta sala, no habla con nadie ni antes ni después de cada concierto, toca el
repertorio y se marcha sin decir ni una palabra. Todas las noches se repite la
misma historia. Pero hay algo curioso que ocurre noche tras noche. El
repertorio cambia más o menos después de cada sesión, pero una canción nunca
falla: Evil, ese viejo blues de
Willie Dixon.
-Vaya, parece una historia interesante,
cargada de cierto misterio ¿no le parece?
-Sí, misterio es todo lo que rodea a
Jeff. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó después de que aquella mujer lo
abandonara. Hay quien dice que vendió su alma al diablo para recuperar su
genuino toque de guitarra. Qué estupidez ¿verdad? ¿Quién demonios podría creer
semejante historia? Pero ya sabe, por aquí esas cosas son bastante comunes.
-Bueno, el miedo hace creer en lo increíble
amigo.
-Si claro, quizás sea eso, el miedo.
-Por cierto ¿podría decirle a Jeff que le
espero en su camerino al término del concierto?
-¿De parte de quién?
-Dígale que un viejo conocido ha venido a
cobrarse su deuda.
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