Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

martes, 10 de diciembre de 2013

BLUESMAN.



Es noche cerrada, hace frío, cierta neblina cubre la calle Beale. Los luminosos de los bares forman una amalgama colorida y chispeante que intenta reclamar la atención de los caminantes. El Rum Boogie´s y el Coyote Ugly saloon centellean quizás un poco más que el resto. Al final de la calle se encuentra el Blues City Memphis, un pequeño club entre cuyas paredes todavía resuenan los ecos de los viejos bluesman del pasado. Hoy ya en decadencia mantiene un encanto añejo y misterioso difícil de explicar. En su interior un tipo bebe solo sentado en una banqueta junto a la barra. En un pequeño escenario tres músicos desgarran un viejo blues. El que viste de negro y toca la guitarra también canta. Tras un trago de bourbon, el hombre que bebe solo comenta algo al camarero.

-Ese tipo toca la guitarra como si estuviera ausente. Como si no hubiera nadie en la sala más que él y su guitarra.
-Sí, desde hace algún tiempo es como si estuviera en otra parte. Eso sí, su manera de tocar no ha cambiado. Sigue siendo tan auténtica como siempre. No he escuchado a nadie tocar blues como a él. Lástima que ese carácter tan especial le haya apartado siempre de la gente que maneja el negocio de la música. Bueno su carácter y… ¿Le pongo otro bourbon?
-Sí, póngame otro, pero esta vez que sea doble.
-Está bien. Aquí tiene.
-¿Siempre viste de negro?
-No, antes era un tipo que aunque de carácter fuerte parecía llevarse bien con todo el mundo.  Hasta que de repente se volvió irascible y solitario. Creo que fue por lo que le pasó con aquella mujer.
-¿Cómo dice?
-Bueno, perdió la cabeza, y creo que algo más importante, por ella. No había nada ni nadie que pudiera interponerse entre él y esa mujer. Para después pasar lo que pasó… Hija de la gran puta. Si hubiera sabido desde el principio que era una zorra de lujo. Una jodida ninfómana devora hombres. Dicen que llegó a tirarse a cinco tíos delante de su geta en las orgías en las que participaban. Además, volaba demasiado alto para un tipo como Jeff…
-Continúe, por favor, muero por saber cómo termina la historia.
-¿Es usted periodista?
-No, no. Tan solo un amante del blues.
-Bueno, ella le dejó por un productor musical, entonces Jeff enloqueció. Quería matar a ese tipo. Su música dejó de sonar igual que antes, comenzó a beber más de lo que su cada vez más maltrecho cuerpo podía aguantar. Ya nadie quería tocar con él. Sus manos quedaron paralizadas. Pero al cabo del tiempo volvió a recuperar su forma de tocar. Desde aquello ya no se le ve con mujeres, siempre solo. Creo que ya solo toca aquí, en esta sala, no habla con nadie ni antes ni después de cada concierto, toca el repertorio y se marcha sin decir ni una palabra. Todas las noches se repite la misma historia. Pero hay algo curioso que ocurre noche tras noche. El repertorio cambia más o menos después de cada sesión, pero una canción nunca falla: Evil, ese viejo blues de Willie Dixon.
-Vaya, parece una historia interesante, cargada de cierto misterio ¿no le parece?
-Sí, misterio es todo lo que rodea a Jeff. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó después de que aquella mujer lo abandonara. Hay quien dice que vendió su alma al diablo para recuperar su genuino toque de guitarra. Qué estupidez ¿verdad? ¿Quién demonios podría creer semejante historia? Pero ya sabe, por aquí esas cosas son bastante comunes.
-Bueno, el miedo hace creer en lo increíble amigo.
-Si claro, quizás sea eso, el miedo.
-Por cierto ¿podría decirle a Jeff que le espero en su camerino al término del concierto?
-¿De parte de quién?

-Dígale que un viejo conocido ha venido a cobrarse su  deuda.


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