Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

miércoles, 12 de febrero de 2014

NO MIRES A LOS OJOS DE LA GENTE.

                                                   
                                                        Ilustración de Sara Lew

Era sábado de carnaval. Una mujer se acercó y me pidió que la invitara a una copa. Comenzó a hablar mientras bebíamos. Prácticamente no coincidíamos en nada pero, a pesar de ello, establecimos una conexión de algún modo amistosa. Había algo en su aspecto que me resultaba atractivo y eso a pesar de la máscara que también cubría su rostro. Yo apenas abrí la boca en toda la noche mientras ella hablaba y hablaba. Fui perdiendo interés por lo que decía, hasta que un comentario suyo me provocó un escalofrío que recorrió mi garganta a la vez que el trago de gin-tonic. Fue cuando dijo que tenía un don especial para descubrir demonios. Según ella, bastaba con mirar a los ojos, comprobar que no eran del mismo color y que en sus pupilas se apreciara algo parecido al dibujo de una estrella. De pronto quise marcharme de allí. Aquella mujer, aquel bar de copas me estaban produciendo náuseas. Me despedí lo más cordialmente que me fue posible. Antes de salir de aquel tugurio me fui directo al baño. Frente al espejo me quité la máscara y las lentillas. Desde entonces no dejo que nadie me mire a los ojos.

Podéis leerlo también en http://estanochetecuento.com/




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