Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

jueves, 24 de febrero de 2011

24, febrero de 2011.

AL FINAL.

Anochece en los confines de tu cuerpo.
Atravieso entonces la frontera que,
invisible pero latente,
me recuerda que soy afortunado
de tenerte en los instantes sublimes
en los que tu otro yo transita
por paraísos perdidos
en los que trato de recuperarte.

Mientras,
ninguna otra cosa acontece.
El tiempo se detiene abstracto,
sucumbe ante lo irremediable.
Porque de ser cierto este instante infinito
no existe más dimensión
que la de tu cuerpo y el mío
enlazados en un inquebrantable y agónico nudo.

Al final,
tu espalda toma presencia definitiva,
aunque mis manos todavía dibujan
geometrías inexactas en la oscuridad
que envuelve tu cuerpo celoso
de mostrar más allá de ese espacio
inacabado que se esconde profundo,
misterioso, convulso y carnal
en cada una de tus curvas.

Mi respiración me delata.
Agotado, exhausto pero complacido,
me vuelvo a anudar en tu costado
esperando impaciente volver a naufragar
en tus adentros.

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