Dos tipos se encuentran en el bar de
copas de costumbre. Uno de ellos bebe apoyado en la barra con un gesto que
delata cierta melancolía. El que acaba de entrar pide lo mismo que su amigo;
Ballantines con Coca-Cola. Como en un primer momento no parece querer
percatarse de su presencia, toma la iniciativa saludándole de forma
manifiestamente efusiva.
-¡Qué tal Andrés! ¿Cómo estás?
-Bien, bien. Aunque podría estar mejor.
-Ja, ja. Claro si te tocara la lotería
¿no? Eso decimos todos.
-Mi mujer me ha abandonado.
-Ostias tío ¿Y cómo ha pasado?
-Pues ya ves. Una mañana, ya hace un par
de semanas, me dijo que ya no quería vivir conmigo.
-¿Eso fue todo?
-¿Te parece poco?
- No sé, joder, te daría alguna
explicación.
-Si entiendes por explicación que ya no
podía seguir viviendo conmigo.
-Solo eso. No te dijo que ya no te
quería, que ya no le gustabas. No sé, alguna explicación te daría.
-Sí, bueno. Me dijo que si quería seguir
follando con ella mejor vivir separados.
-¡Coño! Eso sí que es cojonudo. No jodas
que te dijo eso. Ja, ja, la muy puta.
-No te pases, todavía sigue siendo mi
mujer y la sigo queriendo a pesar de todo.
-Perdona tío pero es que no entiendo
nada.
-Verás, me dijo que si no se marchaba de
casa terminaría por dejar de quererme, entonces se buscaría un amante, lo cual
sería un engaño, una traición, porque la idea de tener un amante la estaba
empezando a seducir. Por lo tanto, para evitar estas situaciones indeseables
para ambos era mejor marcharse de casa y que el amante fuera yo. Dejaríamos de
ser marido y mujer para ser simplemente amantes. Sin compromisos, sin ataduras.
Solo pensaríamos el uno en el otro con los ojos del deseo.
-Ostias con tu mujer. Pero a la muy
cabrona (con perdón) no se la puede acusar de falta de sinceridad. Por cierto,
lo ojos no piensan.
-No me seas tan perspicaz, piensan más de
lo que tú te crees, sobre todo cuando nos referimos a las cuestiones
relacionadas de con quién te vas a la cama ¿Y tú Javi, qué tal con tu mujer?
-Pues dejó de quererme y me abandonó. Sin
previo aviso. Hace como unos tres meses más
o menos cogió sus cosas más personales de la casa y se marchó. Desde entonces
no sé nada de ella.
-No te preocupes está estupendamente.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque tu mujer y yo también somos
amantes.
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