Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

martes, 26 de noviembre de 2013

AMIGOS.




Dos tipos se encuentran en el bar de copas de costumbre. Uno de ellos bebe apoyado en la barra con un gesto que delata cierta melancolía. El que acaba de entrar pide lo mismo que su amigo; Ballantines con Coca-Cola. Como en un primer momento no parece querer percatarse de su presencia, toma la iniciativa saludándole de forma manifiestamente efusiva.

-¡Qué tal Andrés! ¿Cómo estás?
-Bien, bien. Aunque podría estar mejor.
-Ja, ja. Claro si te tocara la lotería ¿no? Eso decimos todos.
-Mi mujer me ha abandonado.
-Ostias tío ¿Y cómo ha pasado?
-Pues ya ves. Una mañana, ya hace un par de semanas, me dijo que ya no quería vivir conmigo.
-¿Eso fue todo?
-¿Te parece poco?
- No sé, joder, te daría alguna explicación.
-Si entiendes por explicación que ya no podía seguir viviendo conmigo.
-Solo eso. No te dijo que ya no te quería, que ya no le gustabas. No sé, alguna explicación te daría.
-Sí, bueno. Me dijo que si quería seguir follando con ella mejor vivir separados.
-¡Coño! Eso sí que es cojonudo. No jodas que te dijo eso. Ja, ja, la muy puta.
-No te pases, todavía sigue siendo mi mujer y la sigo queriendo a pesar de todo.
-Perdona tío pero es que no entiendo nada.
-Verás, me dijo que si no se marchaba de casa terminaría por dejar de quererme, entonces se buscaría un amante, lo cual sería un engaño, una traición, porque la idea de tener un amante la estaba empezando a seducir. Por lo tanto, para evitar estas situaciones indeseables para ambos era mejor marcharse de casa y que el amante fuera yo. Dejaríamos de ser marido y mujer para ser simplemente amantes. Sin compromisos, sin ataduras. Solo pensaríamos el uno en el otro con los ojos del deseo.
-Ostias con tu mujer. Pero a la muy cabrona (con perdón) no se la puede acusar de falta de sinceridad. Por cierto, lo ojos no piensan.
-No me seas tan perspicaz, piensan más de lo que tú te crees, sobre todo cuando nos referimos a las cuestiones relacionadas de con quién te vas a la cama ¿Y tú Javi, qué tal con tu mujer?
-Pues dejó de quererme y me abandonó. Sin previo aviso.  Hace como unos tres meses más o menos cogió sus cosas más personales de la casa y se marchó. Desde entonces no sé nada de ella.
-No te preocupes está estupendamente.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque tu mujer y yo también somos amantes.


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