En Papalapuit los papaliputienses cultivan papachugas, crían papaperdos y
navegan por las costas de su isla en busca del más preciado de sus tesoros: el
papabugo, pez de exquisito sabor, rico en proteínas y considerado un ser
sagrado, ya que cuentan los más viejos papaliputienses que de la evolución de
algunos de estos peces que se atrevieron a salir a tierra firme proviene el
primer papaliputiense. Esto ocurrió hace muchísimos años, en el principio de
los tiempos. Ahora, los más jóvenes e intrépidos papaliputienses aspiran a ser
como los forasteros que llegan hasta Papalapuit en grandes barcos. Esos
extravagantes seres que armados con unos extraños artilugios no paran de mirar
y escuchar pero no parecen ni ver ni entender nada. A pesar de todo, los
jóvenes quieren ser como ellos. Los viejos, basándose en su más que
experimentada sabiduría, les aconsejan que no encontrarán un lugar mejor que
Papalapuit. Pero no se pueden poner puertas al mar, ni siquiera en Papalapuit.
Muchos de estos jóvenes papaliputienses se marchan de Papalapuit si no en
busca de un futuro mejor si al menos de un futuro diferente. Como veis,
Papalapuit no se diferencia mucho de cualquier otro lugar.
Hola te vi en esta noche te cuento.
ResponderEliminarLa verdad es que este cuento te había valido muy bien para el tema de este mes, has inventado un país y sus habitantes, aunque como bien dices no difiere mucho de cualquier otro sitio.
saludos
Sí, pero me decanté por el otro en el que me invento una religión (que por cierto el resto también son pura invención). Es verdad que Papalapuit no difiere mucho de cualquier otro sitio, quizás sea porque el comportamiento del ser humano es irremediablemente parecido sea cual se el lugar donde habite.
ResponderEliminarGracias por leerme.