Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

lunes, 25 de abril de 2011

Mi particular penitencia.



Se acabó el tiempo de penitencia, se acabaron por fin las procesiones y con ellas la insoportable música militar de tambores, la benemérita, los militares, las peinetas, el luto, los políticos en cabeza rindiendo pleitesía a las cruces, a los crucificados, a las vírgenes y a todos los santos. Se acabó, por fin, la única verdadera persecución a la religión católica: la de los miles, que digo miles, millones de fieles y devotos creyentes (y no tanto) que siguen (persiguen), contemplan, aplauden y hasta lloran al paso de los pasos. Mientras, los que no lo somos, soportamos como las calles de nuestras ciudades son tomadas por estas muchedumbres narcotizadas por la peor de las drogas: la de la fe ciega. Si eso no son privilegios que baje su dios y lo vea. En fin, en estos días de tanta pasión mística yo me agarré a otro tipo de "misticismo": el de la sabiduría milenaria del Tao te ching, del maestro y sabio Lao Tse. Toda una alegoría cargada de sencillez y de sabiduría milenaria donde se expresa el amor al momento presente frente a la ambición por el futuro, la compasión frente a la ira. Un perfume cuyo aroma me llena de paz y de calma en estos tiempos tan confusos y convulsos.

El Tao no es un libro de religión, ni de filosofía o ética, es más bien una obra de sabiduría perenne que abarca y trasciende sobre cualquiera de estos conceptos y que suavemente coloca, a quien se asoma en sus páginas, justo al borde del abismo del conocimiento. En sus páginas encontré el efecto balsámico que necesitaba para estos días además de poder comprobar, una vez más, como los sabios de antaño y en particular, el maestro Lao Tse, tenían razón en sus análisis de entonces y que bien valen para comprender y responder a los grandes problemas del ahora. El mundo cambia pero los problemas siguen siendo los mismos por lo tanto también sus posibles soluciones. Y resulta increíble comprobar cómo en un puñado de enseñanzas tan sencillas como las que se plasman en el Tao se pueden encontrar tantas respuestas. Porque en un librito escrito 500 años antes de la era cristiana se describe con asombrosa exactitud lo que está pasando hoy en día, que no está muy lejos de ser lo que pasaba entonces y lo que ha venido pasando a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Por ejemplo, pensando en la actual crisis podemos leer lo siguiente: “cuando los ricos especuladores prosperan, mientras los granjeros se arruinan. Cuando los gobernantes dilapidan en armas en vez de en salud. Cuando la clase alta es extravagante e irresponsable mientras los pobres no tienen a dónde ir. Todo ello es latrocinio y caos” es como estar leyendo un certero análisis de lo que está pasando, y si seguimos leyendo nos da hasta las posibles soluciones cuando leo “abandono la economía y la gente se torna próspera. Si los impuestos son excesivos, la gente pasa hambre. Si el gobierno se entromete en demasía, la gente pierde su espíritu. Actúa en beneficio de las gentes. Confía en ellas. Déjalas solas". No se puede ser más certero en el análisis.

Y en un mundo donde la religión está llena de fanatismo y donde las armas son las razones que se imponen sobre la voluntad de los pueblos, el maestro dice: “Abandono la religión y la gente se torna serena. Cuantas más armas tengas, menos segura estará la gente”.

Leer el Tao y a la vez reflexionar sobre la infame realidad que nos envuelve día a día es encontrar una pequeña veta por la que fluye una luz que ilumina cada paso que damos, cada idea que escrudiñamos, por eso pienso que debería ser de obligada lectura para los políticos que nos gobiernan con la misma estupidez y desprecio con la que les correspondemos los gobernados, pues tanta culpa tienen ellos como nosotros. Vaya el siguiente párrafo del Tao para comprender cuanto se puede decir con tan poco y poner fin hasta entrada que pone fin, también, a estas mis cortas pero aprovechadas vacaciones:

“Todos los ríos fluyen al mar porque el mar está más abajo de ellos. La humildad le otorga su poder. Si quieres gobernar a la gente, sitúate debajo de ella. Si quieres dirigir a la gente, debes a aprender a seguirla… “.

Saludos desde la Inopia, lugar libre de procesiones y al que siempre cabe recurrir cuando se necesitan y no se tienen las tan necesitadas vacaciones.

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