Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

miércoles, 28 de diciembre de 2011

28, DICIEMBRE DE 2011 (DIARIO DE UN NAVEGANTE CIBERNÉTICO).


Un día más (o menos según los ojos con lo que se mire la botella) surcando la procelosa mar de las ondas cibernéticas. Se acaba el año y resulta complicado no echar la mirada atrás, como una red en busca de la captura del tiempo pasado. Surco este mar abierto a toda mirada, adentrándome en sus profundidades buscando algún rastro; alguna pista que me aproxime alguna explicación, por incierta que pueda parecer a primera vista, y que me ayude a entender la historia más reciente. Es cierto, que hasta en las débiles espumas en las que se disuelve la estela que mi navío cibernético va dejando tras de sí, se nos muestra a veces el rastro a seguir, los posibles hitos que señalen la ruta perdida en los albores de la realidad espacio-tiempo, pues en ellos, es probable, que pueda encontrar alguna luz que me alumbre en la ruta hacia el futuro más cercano pues, como decían los sabios, mal se acomete el futuro si antes no se ha revisado el pasado. En mis cartas de navegación se hayan descritos desde los arrecifes, las naves encalladas y las corrientes más traidoras hasta las rutas más amables y menos traicioneras. Todo ello con el único objetivo de atrapar aquello que está en permanente fuga, que no es otra cosa que el conocimiento de todo lo que está disperso a lo largo y ancho de estas electromagnéticas aguas.

Ahora que lo pienso, quizás esté también en fuga el misterio que nos une a todos los viajeros cibernéticos en este divagar errante. De entrada no hay quien se enrole en empresa tan abstracta, como aquel que huye a la desesperada de su presente o de un pasado tenaz que, más que perseguir, parece en ocasiones guiar los pasos del fugitivo, pues somos los escapistas del éter del ciberespacio que aparecen de súbito en cualquier pantalla tras haberse lanzado, atados de pies y manos, a esta realidad tan irreal como es esta red llamada Internet. Vigilantes del ocaso; con cada heterodoxia se nos abre un camino por el que navegar a toda máquina…

Sigo navegando con la esperanza de encontrar un nuevo horizonte tras la línea que separa las tierras de los cielos aunque, a veces, la niebla se transforme en un velo tras otro como en una gran cortina que recogiese el vaho desprendido de millones de alientos. Se sugieren las formas movedizas en escala de colores aun por inventar y no hay palabras, sólo un silencio habitado y vibrante como el que hay entre dos canciones deseadas, un eco de dársenas aún por encontrar...

Como explorador de lo intangible, desde la cubierta de este navío errante y aunque expuesto al embate de las olas, uno vuelve a albergar la esperanza de que aún queda tiempo para, al menos, acercarme al destino anhelado…

jueves, 22 de diciembre de 2011

BLANCA NAVIDAD.


Felices fiestas nos dicen sin cesar en estos días todos aquellos con quien nos cruzamos; en la familia, en el trabajo (quien tiene la suerte de tenerlo) con los amigos. Como si la felicidad y la fiesta tuviera que ir necesariamente unida a la navidad. Fiesta, una palabra asociada a diversión, amistad, música, comida, alcohol (para qué engañarnos) y sin embargo en estas fechas adquiere una dimensión y sentidos bien distintos.

Pues esto de la fiesta propiamente dicha debería conllevar diversión cuando normalmente te reúnes con las personas afines a ti para poder reírte, charlar y disfrutar, pero en navidad no. En navidad si hay uno con el que te llevas de puta madre, te toca en el extremo de la mesa opuesto. En navidad te sientas al lado del que menos te apetece porque no hay otra opción. En navidad nos juntamos con cuñados, hermanos, primos, padres, sobrinos, abuelos y hay que intentar que la conversación que mantengas sea distendida aunque esto se igual de improbable como que te toque la lotería.

Y es que cuanto más lo pienso más me debería gustar la navidad (soy una pura contradicción). Todo el día feliz cual perdiz haciendo felices a los demás. Si es que es un derroche total de felicidad y alegría. Tanto es así, que el gobierno debería decretar el estado de navidad todo el año e imponer la felicidad por decreto porque está claro que, tal y como están las cosas, la única manera de alegrarse es si te lo mandan por ley. Y el que no sea feliz en estas fechas que le quiten puntos del carné de la felicidad.

Por tanto, no logro entenderme a mí mismo. Por qué odiaré tanto la ¡puta navidad de los huevos! Será porque me repelen las interminables colas en los supermercados y tiendas de las grandes superficies del consumo, y me dan arcadas cada vez que pienso en los precios que alcanzan los langostinos congelados, la merluza y el pavo. O será porque siento espasmos cuando pienso en las horteradas que programan las televisiones durante estas fechas, sobre todo en la noche de fin de año donde se me atragantan hasta las uvas al contemplar el bochornoso espectáculo de los presentadores, vestidos de etiqueta, explicando que no hay que empezar a devorar uvas hasta que no terminen de sonar los cuartos. No sé, siento unas ganas tremendas de cagarme en todo lo que significa la navidad, pero en lo que me cago con verdadero énfasis es en esos putos Santa Claus escalando las fachadas de los edificios… y en el soporífero discurso del rey, por supuesto. Por cierto, ¿mencionará este año a su yerno Hurtangarín...?

Si, la verdad es que no logro entenderme a mí mismo. Mientras sigo en el intento y como decía Maki Navaja el último chorizo (decente): me cago en tó, pero en estas fechas “tan entrañables”, y por llevar la contraria y joder un poco, me cago en la puta y odiosamente entrañable navidad.

jueves, 15 de diciembre de 2011

¡SALVAD EL EURO!



¡Salvad el Euro! Nos gritan hasta hacernos que nos estallen los tímpanos desde Europa, que ya no es otra más que la Europa de los bancos y las multinacionales (¿o acaso creíamos otra cosa?), como si la moneda única fuera un ente con vida al que hay que rescatar, como si de una ballena varada fuese, y devolverle a la vida, o lo que es lo mismo a la circulación. Y para que este ente viva, nosotros, todos los habitantes de la llamada Unión Europea, necesita alimentarse con nuestros derechos, libertades, pensiones, sanidad, educación, medio ambiente y un largo etcétera, hasta dejarnos en la miseria. Su voracidad no parece tener límite y no parará hasta devorarnos por completo y ya no quede nada y, después de esto, ¿qué quedará para su supervivencia? Nadie lo sabe pero lo que sí sabemos es que este capitalismo voraz terminará por acabar con todo…

Y para ello, para salvar al maldito euro, nos piden más sacrificios pero lo que en verdad va implícito en ese mensaje es que algunos de nuestros conciudadanos tendrán que ser sacrificados o lo que es lo mismo: liquidados. Como las miles de familias que sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. Y todo por el bien del euro y del mercado. Porque quien nos gobiernan amoralmente y ya sin ningún tipo de vergüenza (si es que alguna vez la tuvieron) son los mercados, y lo han conseguido gracias, entre otras cosas, a la ineptitud de los políticos que con la única fórmula de los recortes sociales no han podido mejorar la situación, si no todo lo contrario, más bien empeorarla aún más.
¡Salvemos el Euro! Y para ello que se hundan todavía más los más de 4.500.000 parados en un país donde la única familia que tiene asegurado el trabajo de por vida, la Familia Real, tiene un yerno, Hurtangarín, digo Urdangarín, que ha utilizado este parentesco para hacer negocios multimillonarios a costa de contratos con dinero público de por medio. Primero fue el braguetazo y después el pelotazo. Pero no se vayan todavía que aún hay más: un país donde se nos insiste en que debemos sacrificarnos para salvar el euro pero donde 16 altos cargos del PP del Ayuntamiento de Valencia y de municipios aledaños han sido imputados por crear una empresa (EMARSA) en la que facturaron hasta 30 millones, de ese euro que debemos salvar, a sus ayuntamientos por servicios inexistentes, llevando a dicha empresa a la quiebra dejando una deuda de 17 millones de euros gastados en restaurantes de lujo, viajes, ordenadores y hasta en la compra del supermercado y de tabaco.

Un país donde el ministro de Fomento y portavoz del Gobierno en funciones, además de vicesecretario general del PSOE, José Blanco, está bajo sospecha judicial por presunto tráfico de influencias y cohecho. Y donde la primera medida tomada por dicho gobierno en funciones, derrotado en las últimas elecciones, ha sido indultar a un banquero del Banco de Santander condenado a pena de arresto mayor y suspensión del ejercicio profesional por presentar una denuncia falsa a sabiendas cuando era presidente de otro Banco, el Banesto.

Sí, sin permitirnos que dudemos nos dicen que hay que salvar el Euro para que los banqueros de la Unión Europea, que han recibido de la misma 1,6 billones de euros públicos entre octubre de 2008 y diciembre de 2010, sigan siendo cada vez más poderosos y más ricos mientras que a las empresas que crean empleo se les redujeron las ayudas en 11.700 millones de euros en 2010.

Pues si es así va ser que no, que salve al euro quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros: ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero, quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros. O aquí, en España, tipos como Emilio Botín, presidente del banco de Santander, o Amancio Ortega y su ex-esposa la indignada Rosalía Mera(IMDITEX), Juan Roig (MERCADONA), Isak Andic (MANGO), el presidente de la patronal CEOE, Joan Rosell y todos aquellos multimillonarios que se han forrado a nuestra costa y que la crisis "se la suda". Que sean ellos lo que salven el Euro con la ayuda de todos los políticos que antes les han ayudado a ellos a seguir forrándose (no sin los correspondientes agradecimientos, claro está).

sábado, 10 de diciembre de 2011

LAS UVAS DE LA IRA.

Dejo como entrada un fragmento de la película dirigida por John Ford en 1940 basada en la novela de por John Steinbeck (1902-1968). Fue una obra muy polémica en el momento de su publicación, y resultó profundamente transgresora en su época. Está ambientada en la década de 1930, cuando Estados Unidos sufre una gran crisis económica tras el crack de 1929. Describe el proceso por el cual los pequeños productores agrícolas son expulsados de sus tierra por cambios en las condiciones de explotación de las mismas y obligados a emigrar a California donde el tipo de agricultura requiere mano de obra durante la cosecha. En concreto, narra las dificultades de la familia Joad en su éxodo desde Oklahoma hacia California en busca de mejores condiciones de vida. Steinbeck exalta los valores de la justicia y la dignidad humana en una Norteamérica que vive una etapa de profunda injusticia económica y política.

Interesante su revisión tanto cinematográfica como literaria para comprender aún mejor los tiempos que corren. A continuación, como decía al principio, dejo una escena crucial de la película, donde si cambiáramos los personajes por cualquiera de las familias desahuciadas de sus viviendas en nuestro país llegarían a las mismas conclusiones...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Letra para una canción imposible.

Ahora que


se acercan tiempos

de tormentas imperfectas.

Ahora que

ya no quedan islas

en las que naufragar.

Ahora que

hasta las estrellas

se niegan a ser descubiertas

no puedo, no quiero

echarme atrás,

pues llegados a este punto

no queda otra cosa

que dejar el tiempo pasar,

seguir adelante

en un viaje sin retorno,

navegando a oscuras.

Aunque da igual

que mis ojos no alcancen

a ver más allá,

pues llegados a este punto

solo importa el instante

que sucede de inmediato.

Y todo da igual

si estás a mi lado

y me haces olvidar

que el tiempo pasado

es un laberinto cerrado

del que tú y yo a duras penas

conseguimos librarnos.

Y si hemos llegado hasta aquí

que más nos puede pasar

si el destino nos está escrito

y seguimos escribiéndolo juntos

con zumo de limón

para no dejar rastros

de esta absurda historia

donde lo que hoy es puro

mañana está podrido.

Pues así es la vida en general

donde morir o matar

es el único guión.

Pero estás tú, sí estás tú.

pues si no fuera así

entre morir o matar

prefiero morir.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Mensaje de la Cápsula del Tiempo.

Una vez más la procelosa mar de las ondas cibernéticas trae hasta mí una botella con mensaje que, arrastrada por las corrientes electromagnéticas que alimentan este mundo virtual, llega hasta una de las muchas playas perdidas en esta isla llamada Inopia. El mensaje parece venir de otro tiempo, aunque después de su lectura pareciera que su análisis fuera una descripción perfectamente válida para los aconteceres de nuestra época.
"Vivimos una época rica en inteligencias creadoras, cuyas expresiones han de acrecentar considerablemente nuestras vidas. Hoy cruzamos los mares merced a la fuerza desarrollada por el hombre, y empleamos también esa energía para aliviar a la humanidad del trabajo muscular agotador. Aprendimos a volar y somos capaces de enviar mensajes y noticias sin dificultad alguna a los más remotos lugares del mundo, por medio de ondas eléctricas.

No obstante, la producción y distribución de bienes se halla por completo desorganizada, de manera que la mayoría ha de vivir temerosa ante la posibilidad de verse eliminada del ciclo económico, y sufrir así la falta de lo necesario. Además, los habitantes de las distintas naciones se matan entre sí a intervalos regulares, por lo que también, debido a esta causa debe sentir miedo y terror todo el que piense en el futuro. Esta anomalía se debe al hecho de que la inteligencia y el carácter de las masas son muy inferiores a la inteligencia y al carácter de los pocos que producen algo valioso para la comunidad. Confío en que la posteridad lea estas afirmaciones con un sentido de justicia y la necesidad de un cambio en la situación"

De "Mis Creencias" de A. Einstein (1939).