Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

viernes, 22 de junio de 2012

LA DICTADURA DE LA ESTUPIDEZ.

La democracia ha muerto, más bien murió hace tiempo pero aún seguimos velando su cadáver. Y no hemos salido aun del tanatorio ni para enterrarla o incinerarla, esto último seguro que más estético. Quizás porque no queremos asumir lo irreversible de la muerte. Es como si estuviéramos esperando a que viniera una especie de Cristo para decirle: levántate y anda. Si es así, mejor esperar sentados…

Y está muerta porque lo que se construye sobre la mentira termina por caer. Partamos de una verdad de sencillez apabullante pero no por ello menos cierta: nuestra democracia es mentira (y creo que la mayor parte de las existentes en el mundo también lo son), y los políticos que deberían trabajar para que no lo fuera se han convertido en unos comediantes al servicio de la gran farsa. Y como en toda tragicomedia el final que ha llegado no es nada feliz: la muerte de la democracia, que alguien la empujó por la ventana como al personaje anarquista de Darío Fo.

Y es mentira por otra verdad como la copa de un pino, más todavía diría yo, tan grande como todas las copas de todos los pinos del mundo, sean de repoblación o autóctonos: que la culpable de que la democracia se haya convertido en una gran mentira la tiene el capitalismo voraz y sin control y su más siniestro y mortal instrumento de aniquilación llamado mercado.

 Y partícipes y responsables de esta gran farsa democrática en la que vivimos son partidos políticos (los que se autodenominan de izquierdas y socialistas, los de derechas, los de centro, los liberales, todos), sindicatos, patronal, medios de comunicación de masas y, por supuesto, ese ejército de votantes “narcotizado” que cada cuatro años cumple religiosamente con el ritual del voto, que no sirve para otra cosa más que para perpetuar este sistema corrupto e indecente llamado sistema democrático, que no es otra cosa más que una dictadura encubierta: la de los mercados, quienes son los que en realidad mandan.

 Por eso deberíamos pedirle a los políticos que nos devuelvan su voto: si estamos en una dictadura y quien manda es el mercado, es evidente que ellos no sirven para nada y deberían tener la decencia moral de devolverlo. El voto que se les dio para ejercer su labor democrática, para servir a los ciudadanos, para garantizarles los logros y ayudas sociales que tanto tiempo costó conseguir. Y es eso lo que se les debería empezar a exigir y no dejar que nos callen, que nos idioticen (más todavía), que nos sometan.

Dictadura de los mercados visible, cada más tangible pero también dictadura de la idiotez, esta menos visible y algo más intangible pero impunemente impuesta a través de cualquier medio que esté a su alcance. Pues esta dictadura es como un virus, que no ves pero que se va adueñando de tus células, y sobre todo de tus neuronas, una a una hasta contaminarlas por completo. Y no hay antibiótico capaz de acabar con este virus, pues va mutando, cambiando de aspecto, de medio de propagación. Solo unos pocos logran escapar del contagio haciéndose inmunes a la estupidez por medio de la inteligencia, algo que ni se vende ni se compra en ninguna farmacia….

Y toda esta parrafullada me sirve de excusa para dejar este video de Pablo Hesél que rapea muy certeramente sobre lo dicho anteriormente. Quizás este sea un buen remedio natural para prevenir el ataque del virus de la idiotez…



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