Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

domingo, 10 de abril de 2016

MOTÍN A BORDO.


Tras mucho darle vueltas he llegado a la conclusión de que mis gafas son miopes. Podrá parecerles una locura pero el hecho es que su progresiva pérdida de visión comienza a ser alarmante. Incluso estoy llegando a pensar que también padecen de vista cansada, pues ya no son de gran ayuda cuando leo el periódico. Las letras se emborronan y tengo que quitármelas para poder seguir con la lectura. Pero lo más problemático es cuando salgo a la calle y no saludo a los amigos, creerán que soy un borde pero la culpa es de esas malditas gafas.

La verdad es que la solución no va ser fácil. Había pensado llevarlas al oftalmólogo, ahora es posible operar la miopía y el astigmatismo, lo malo es que no solo tengo problemas con mis gafas, mi audífono se ha quedado sordo, mi peluca se ha quedado calva y mi prótesis dental se niega a masticar. Mañana me voy a someter a una operación en la que me insertarán una válvula aórtica. Solo espero que no se produzca rechazo, por si acaso le haré firmar un documento en el que me prometa amor eterno.



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