Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

martes, 31 de mayo de 2016

OVEJAS NEGRAS.



Hubo un día no muy lejano que fui oveja de rebaño. Oveja de lana blanca de las que son esquiladas cada temporada. Lana corriente, del montón, como la del resto de ovejas. Mi vida transcurría cual oveja mansa apaciblemente pastando por los verdes prados. Rumiando y pastando, pastando y rumiando con ninguna otra obligación que la de seguir siendo oveja. Vida apacible, relajada y sin demasiadas preocupaciones una vez que se ha superado la vida de cordero y alejado dicho peligro no hay nada más que temer, salvo a algún circunstancial lobo, pero para eso está el pastor y sus perros, para protegerme a mí y al resto de ovejas.

Algo sucedió y que no logro recordar del todo, las ovejas tenemos poca memoria, pero ahora mi lana es negra y ya no estoy con el rebaño. Vivo con los lobos sin miedo a ser devorada. Ellos me respetan. Será porque soy negra o por otra causa que desconozco pero poco importa, ahora soy libre como ellos. Puede que algún lobo me devore, ciertamente no dejo de ser una oveja, pero a pesar de todo, esta vida de lobo no la cambio por nada.



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