Hoy me siento flex. Pienso en mis hijos, en los besos que me regalaron antes de acostarse, pienso en la paz que me produjo contemplar la quietud de mi esposa mientras dormía. Se me viene a la cabeza la imagen de la luna llena que me acompañó esta madrugada mientras llegaba al trabajo, el rojizo amanecer posterior, el café bien caliente del desayuno. Todavía permanecen sobre la mesa de mi despacho el libro y el CD devueltos por el compañero de trabajo al que se los presté. Recuerdo su cara y sus sinceros cometarios al respecto, su gratitud, su satisfacción. Enciendo el ordenador y estalla ante mis ojos el último fondo de pantalla que coloqué como escritorio…
Espero y deseo terminé igual que empezó...
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