Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

miércoles, 13 de octubre de 2010

Día de la patria...

Ayer, fue el día patrio por excelencia. 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, conmemoración del descubrimiento de América (¿¿¿???), fiesta nacional, día de las Pilares. No sé puede celebrar tanto en un solo día. Pero lo que más me produce repelux es el desfile militar que como todos los años, y como viene siendo habitual desde la dictadura franquista, invade alguna gran avenida de la ciudad elegida para tal fin. Este año le tocó, como casi siempre, al madrileño paseo de la Castellana.

Impávidos y uniformados soldados golpearon con sus botas el asfalto junto a tanques y todo tipo de vehículos militares, mientras por encima de sus cabezas sobrevolaban las fuerzas aéreas en una nueva demostración de fuerza, despilfarro y poderío. Y digo yo, ¿en estos tiempos de crisis no nos podríamos ahorrar tan costoso dispendio? Porque puestos a desfilar mejor sería dejar hacerlo a los miles, que digo yo miles, millones de parados que cada mes acuden a sellar sus demandas de empleo. Como acompañantes invitados podrían tener a los también miles de inmigrantes que huyen de la miseria, abandonando sus países y en muchos casos a sus familias en pos de un futuro mejor. Pero con esto no acabaríamos el desfile, porque seguro que también estarían prestos a desfilar los ya mayoritarios trabajadores precarios con contratos y sueldos miserables, o las mujeres maltratadas o, puestos a desfilar, seguro que acudiría todo ciudadano que por una u otra causa quisiera manifestar su cabreo e indignación (motivos los hay para todos los gustos y colores). Ahora sí tendríamos un desfile dignificante.

Como obligado saludo al paso por la inmediaciones de la tribuna de políticos y autoridades y como muestra de afecto y devoción, se podría alzar la manita (esto gusta mucho a generales y dictadores) con el dedo índice levantado como signo inconfundible de lo que expresan los más profundos sentimientos, además de mostrar la dirección donde podrían marcharse a pasar el resto de tan conmemorativo día. Bonito desfile y bonita conmemoración a la que seguro yo sí que me sumaría.

Simbolo de la paz formado por más de un centenar de personas en 
Alemania.

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