Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

viernes, 29 de octubre de 2010

Retorno.

Retorno al instante últimamente repetido
cada día, pensamiento que no cesa
apegado a mi cerebro cual amante.

En este lugar, prisionero encadenado
se asienta todo lo que sueño,
todo lo que vivo. Las formas
que trascienden más allá
de lo tangible, aquello que aguarda
en la esperanza de ser un día percibido,
para tornarse inteligible, razonable,
para devolverme la ilusión,
de recuperar todo aquello que perdí,
todo aquello que soñé
en aquellos maravillosos días
en los que me abrazaba la inocencia.

Mundo perdido, todos los instantes vividos
se concentran en un punto sin retorno.
Juntando todo aquello que fui
trazo las líneas nunca rectilíneas
que circundan lo que ahora soy,
reflejo distorsionado, lánguido,
apenas reconocible de una imagen
que se desprende del espejo bruscamente.

Se ilumina de forma súbita esta oscuridad
que me acongoja pero a la vez me reconforta,
me hallo solo en esta habitación vacía,
donde todas las formas ya olvidadas
se desparraman por las paredes,
transitan de un lado a otro
golpeando mi cabeza, pero sucumbiendo
ante todo aquello que más quiero
pues aunque la desdicha es profunda
por encima está la esperanza
de seguir siendo todo lo que ya he sido.

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