Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

viernes, 21 de noviembre de 2014

CIEN MIL CABALLITOS DE ANÍS.

Impresionante tema de J. Corcobado:

"...he muerto mas de mil veces
hoy os lo puedo decir
no creáis que existe la muerte
es mentira la muerte
es mentira la muerte..." 






viernes, 31 de octubre de 2014

LA CAÍDA DEL IMPERIO DE SAFO.


Le gustaba inventar lugares imaginarios. Su última invención fue un país poblado solo por mujeres. Lo llamó el Imperio de Safo. Safo es una isla cubierta de vegetación tropical y de clima cálido todo el año. Más allá de sus fronteras solo hay agua salada, pues está en medio del océano, por eso es tan difícil llegar, por eso y porque dicho país no existe en ninguna carta de navegación. Imaginó también que las mujeres safolianas eran algo gordas y de tetas grandes, más o menos a imagen y semejanza de cómo recordaba a su madre. Imaginó también, que en uno de sus muchos viajes arribó su velero en aquella isla y que una mujer safoliana se enamoró de él y que accedió a acompañarla a su cabaña. Allí imaginó que la comía el cuerpo a besos hasta llegar a su pubis, que lamió despacio hasta hacerla gemir de placer.

Como todos los imperios, un día Safo dejó de existir. Ocurrió una mañana gris cuando encontraron sin vida al hombre que soñaba despierto, tapado con cartones, sobre un banco del parque. Solo los que acostumbraban a escuchar sus historias lograron entender el por qué de esa extraña sonrisa dibujada en su rostro.



martes, 28 de octubre de 2014

DYLAN THOMAS (Gales, 27 de octubre 1914-Nueva York, 6 de noviembre 1953),

EL MAPA DEL AMOR.


Aquí habitan las bestias bifrontes, dijo Sam Rib. Señaló su mapa del amor, una cuadrícula de mares y de islas y de continentes abigarrados, con una selva tenebrosa en cada extremo. La isla bifronte, sobre la línea del Ecuador, se contraía al tacto como si fuera una piel afectada por el lupus, y el mar de sangre, en derredor, encontraba nuevo movimiento en sus aguas. La simiente, con la marea alta, rompía contra las costas escarpadas; se multiplicaban los granos de arena; se sucedían las estaciones; el verano, con ardor paterno, daba paso al otoño y a los primeros empellones del invierno, y así conformaba la isla sus recodos con los cuatro vientos encontrados.

Aquí habitan las primeras bestias del amor, dijo Sam Rib, y clavó los dedos en los promontorios de un islote. Y también la progenie de los primeros amores, entreverada, bien lo sabía él, con las matas que engrasaban sus verdes elevaciones, con su propio viento y con la savia que nutría el primer desperezarse de un amor que jamás, al menos mientras no llegase la primavera, encontraría la respuesta de los nervios en las hojas semejantes.

Beth Rib y Reuben señalaron el verde mar que circundaba la isla. Atravesaba las grietas de la tierra como un niño por sus primeras grutas. Marcaron los canales bajo el mar, bosquejados en mero esqueleto, que engarzaban la isla de las primeras bestias con las tierras pantanosas. Avergonzados por las plantas semilíquidas que brotaban del pantano, por los venenos trazados a pluma que bullían en las matas y por la copulación en la segunda costra de barro, los niños se ruborizaron.

Aquí hay dos climas que se mueven, dijo Sam Rib. Con la yema del dedo recorrió los triángulos finamente dibujados de dos vientos y la boca de dos querubines en los rincones. Los dos climas se desplazaban en una misma dirección. Se arrastraban gozosos, uno a uno, por las abominaciones del antaño, y avanzaban a la sombra de sus propias lluvias y nevadas, del ruido de sus propios suspiros y los placeres de sus propios dolores verdes. Los dos climas, niño y niña, se deslizaban en medio de un mundo revuelto; tronaba la tempestad en el mar bajo ellos dos, divididas las nubes en un sinfín de anhelos de movimiento, mientras ellos contemplaban el descarnado muro de viento.

Volved, pródigos sintéticos, al laboratorio de vuestro padre, declamó Sam Rib, y al becerro cebado en el tubo de ensayo. Apuntó los cambios de posición, las líneas a pluma de los climas ya separados, que sobrevolaban la profundidad del mar y la segunda fisura entre los mundos de los dos amantes. Los querubines soplaron con fuerza redoblada; los vendavales de los dos climas revueltos y las espumas del mar aunadas no cejaron en su empuje; los temporales se detuvieron frente a la costa única de dos países emparejados. Dos torres desnudas sobre los dos amores reunidos en un solo grano, de los millones de granos de arena que en el mundo son, los combinaban en un solo ímpetu, según informaban las flechas del mapa. Sin embargo, las flechas de tinta los hacían retroceder; dos torres debilitadas, mojadas de pasión, temblaban de terror a la vista de su primer emparejamiento, y dos sombras pálidas soplaron sobre la tierra.
Beth Rib y Reuben escalaron la colina que proyectaba un ojo de piedra sobre el valle desguarnecido; de la mano, corrieron cuesta abajo sin dejar de cantar, y se quitaron el calzado al llegar a la hierba fresca del primero de los veinte campos. Reinaba en el valle un espíritu que no tardaría en echar a rodar, cuando todas las colinas y los árboles, todas las rocas y los arroyos, quedasen enterrados bajo la muerte de occidente. Allí estaba el primer campo, donde el loco Jarvis, cien años atrás, había derramado su simiente en las entrañas de una muchacha calva que llegó errante desde su país lejano y yació con él en los dolores del amor.
Allí estaba el cuarto campo, lugar de maravillas, donde los muertos pueden derribar y sujetar por las piernas a todos los borrachos desde sus tumbas resecas, y donde los ángeles caídos guerrean por las aguas de los ríos. Plantado en el valle, a una profundidad mayor de la que podrían alcanzar las raíces ciegas en pos de sus compañeras, el espíritu del cuarto campo emergía de las tinieblas arrancando profundidad y tinieblas de los corazones de todos los que hollaban el valle a una treintena de kilómetros, o más, de las lindes de la provincia montañosa.

En el campo décimo, el central, Beth Rib y Reuben llamaron a la puerta de las casas para preguntar por el enclave de la primera isla rodeada de colinas amorosas. Llamaron a la puerta de atrás y les recibieron con un reproche fantasmal.

Descalzos, cogidos de la mano, corrieron por los diez campos restantes hasta la ribera del Idris, donde despedía el viento un aroma de algas marinas, y donde el espíritu del valle estaba mojado por la lluvia del mar. Sin embargo, llegó la noche con la mano sobre el muslo, y las formas de los sucesivos trechos del río, entonces nublado, dibujaron a su lado una forma nueva. Una forma isleña, amurallada de oscuridad, río arriba. Furtivamente, Beth Rib y Reuben siguieron de puntillas hasta el agua borboteante. Vieron que la forma crecía, desenlazaron sus dedos, se quitaron las ropas estivales y, desnudos, se precipitaron al río.

Río arriba, río arriba, susurró ella.

Río arriba, dijo él.

Flotaron río abajo cuando la corriente los arrastró con fuerza tirando de sus piernas, pero salvaron el impedimento y nadaron hacia la isla, que todavía seguía creciendo. Brotó el barro del lecho del río y atenazó los pies de Beth.

Río abajo, río abajo, dijo ella, y se debatió con el barro.

Reuben, sujeto por las algas, luchó con las cabezas grises que pugnaban contra sus manos y la siguió hasta la orilla del valle que se alejaba hacia el mar.

Sin embargo, mientras Beth seguía nadando, el agua le hizo cosquillas; el agua le presionaba en el costado.
Amor mío, exclamó Reuben, excitado por el cosquilleo de las aguas y las manos de las algas.

Y al detenerse desnudos en el vigésimo campo, ella susurró: amor mío.

Al principio, el miedo les llevó a retroceder. Empapados como estaban, tiraron de las ropas hacia sí.

Más allá de los campos, dijo ella.

Más allá de los campos, hacia las colinas y la morada de Sam Rib, en lo alto de la montaña, los niños corrieron como torres debilitadas, ya desunidos, aturdidos por el barro y sonrojados por el primer cosquilleo del agua de la isla neblinosa.

Aquí habitan las primeras bestias del amor, dijo Sam Rib. A la fresca de la mañana siguiente, los niños atendían demasiado asustados para rozarse las manos siquiera. Volvió a señalar la colina combada sobre la isla, e indicó el curso de los canales bosquejados en mero esqueleto, que ligaban el barro con el barro, el verde mar con un verde más profundo, y todas las montañas del amor y las islas todas en un solo territorio. Aquí se empareja la hierba, aquí se empareja el verde, los granos, dijo Sam Rib, y aquí las aguas divisorias que emparejan y se emparejan. Se emparejan el sol con la hierba y la lozanía, la arena con el agua y el agua con la hierba perenne, y se emparejan para gestación y fomento del planeta. Sam Rib se había emparejado con una mujer verde, al igual que el tío abuelo Jarvis lo había hecho con su muchacha calva; se había casado con una acuosidad femenina para gestación y fomento de los niños que se ruborizaban junto a él. Señaló que las tierras pantanosas estaban muy cerca de la primera bestia bifronte que doblara el espinazo, la ronda de las bestias bifrontes bajo una colina tan alta como la colina del tío abuelo que la noche anterior había fruncido el ceño y se había envuelto en las piedras. La colina del tío abuelo había herido los pies de los niños, pues el calzado lo perdieron para siempre entre las matas del primer campo.

Al pensar en la colina, Beth Rib y Reuben se quedaron quietos. Oyeron decir a Sam que la colina de la primera isla era de descenso tan suave como la lana, tan lisa como el hielo para deslizarse. Recordaron el dócil descenso de la noche anterior.

Colina ardua, dijo Sam Rib, de subida trabajosa. Lindando con el cerro de los adolescentes discurría una blanca carretera de piedra y hielo señalada por los pies deslizantes o el trineo de los niños que bajaran; otra ruta, al pie, ascendía formando un reguero de sangre y piedras rojas, señalado por las huellas vacilantes de los niños que subieran. El descenso era suave como la lana. Un simple fallo en la primera isla y la colina de ascenso quedaría rodeada por una masa de pedruscos punzantes.

Beth Rib y Reuben, que nunca olvidarían los peñascos encorvados y los pedregales entre la hierba, se miraron por primera vez en aquel día. Sam Rib, la había hecho a ella y lo moldearía a él, haría y moldearía al muchacho y a la joven conjuntamente hasta conformar un escalador dual que suspirase por la isla y se fundiera allí en un esfuerzo singular. Volvió a hablarles del barro, pero no quiso que se asustaran. Dijo que las grises cabezas de las algas estaban rotas, y que nunca volverían a hincharse en las manos del nadador. El día del ascenso había pasado ya; restaba el primer descenso, una colina en el mapa del amor, dos ramas de hueso y olivo en las manos de los niños.

Los pródigos sintéticos regresaron aquella noche a la estancia de la colina, a través de las grutas y las cámaras que avanzaban comunicándose hasta el techo, discerniendo la techumbre de las estrellas, con la felicidad en sus puños cerrados. Ante ellos se abría el valle roturado y el pasto de los veinte campos que nutría al ganado; el ganado de la noche se rebullía junto a las cercas o saltaba a las cálidas aguas del Idris. Beth Rib y Reuben bajaron la colina corriendo, aún bajo sus pies la ternura de las piedras; acelerando la marcha, descendieron por el flanco de Jarvis, el viento entretejido en el cabello, azotando sus aletas palpitantes los aromas marinos que soplaban del norte y del sur, donde no había mar ninguno; reduciendo la velocidad, llegaron al primer campo y a la linde del valle para encontrar su calzado en un lugar hollado por alguna pezuña, entre la hierba.

Se calzaron y corrieron por entre las hojas que caían. He aquí el primer campo, dijo Beth Rib a Reuben.
Los niños se detuvieron. La noche iluminada por la luna seguía su curso, y una voz surgió al filo de la oscuridad.

Dijo la voz:

Vosotros sois los niños del amor.

Y tú, ¿dónde estás?

Yo soy Jarvis.

¿Y quién eres?

Aquí, queridos míos, aquí en la cerca, con una mujer sabia.

Pero los niños se alejaron corriendo de la voz que surgía del cercado.

Aquí, en el segundo campo.

Hicieron un alto para recobrar el aliento, y una comadreja ruidosa pasó corriendo por encima de sus pies.

Cógete más fuerte.

Yo te cogeré más fuerte.

Dijo una voz:

Sujetaos más fuerte, niños del amor.

¿Dónde estás?

Yo soy Jarvis.

¿Quién eres?

Estoy aquí, aquí, acostado con una virgen de Dolgelley.

En el tercer campo, el hombre de Jarvis amaba a una muchacha verde y, mientras les llamaba niños del amor, yacía amorosamente unido al espectro de la joven y al aroma de mantequilla que despedía su aliento. Amaba a una tullida en el cuarto campo, pues la torsión de los miembros femeninos prolongaba la duración del amor, y maldijo a los niños indiscretos que le habían sorprendido con una amante de miembros tiesos en quinto campo, delimitando las divisiones.

Una muchacha de la bahía del Tigre sujetaba con fuerza a Jarvis, y sus labios formaban sobre el cuello del hombre un corazón rojo y partido; allí estaba el sexto campo, erizado por los temporales, donde apartándose del peso de las manos femeninas, vio el hombre la inocencia de ambos, dos flores que sacudían la oreja de un cerdo. Rosa mía, dijo Jarvis, pero el séptimo amor perfumaba sus manos, esas manos anhelosas que sostenían el cancro de Glamorgan bajo la octava cerca. Llegada del Convento del Corazón de Bethel, una mujer santa le sirvió por novena vez.

Y los niños, en el campo central, gritaron al subir diez voces al unísono como si bajaran de los diez espacios de la medianoche y el mundo cercado.

Era noche cerrada cuando respondieron, cuando los gritos de una voz respondieron compasivamente a la pregunta a dos voces que trinó en las rayas del aire que subía, subía y bajaba.

Nosotros, dijeron, somos Jarvis, Jarvis bajo la cerca, en los brazos de una mujer, una mujer verde, una mujer calva como tejón, sobre el muslo de una monja.

Contaron el número de sus amores ante los oídos de los niños. Beth Rib y Reuben oyeron los diez oráculos y se rindieron con timidez. Más allá de los campos restantes, entre los susurros de las diez últimas amantes, ante la voz del avejentado Jarvis, grisáceo su pelo en las últimas sombras, se precipitaron a las aguas del Idris. La isla relucía, el agua parloteaba, había un ademán de miembros en cada caricia del viento que mellaba el río sereno. Él se quitó las ropas estivales y ella dispuso los brazos como un cisne. El muchacho desnudo estaba a sus espaldas, y ella se volvió a tiempo de verlo zambullirse en los escarceos de su aguja. Tras ellos, morían las voces de sus padres.

Río arriba, exclamó Beth, río arriba.

Río arriba, replicó él.

Solo las aguas cálidas y cartografiadas corrieron aquella noche sobre las playas de la isla de las primeras bestias, blanca bajo la luna nueva.


Traducción de Miguel Martínez-Lage


viernes, 10 de octubre de 2014

CULPABLES SEGÚN EL PP.

Culpables según el PP: 

- Ébola: La enfermera por no saber ponerse y quitarse el traje.
- Prestige: El capitán por no haber naufragado en las costas de Portugal. 
- Yak 42: El piloto por no saber pilotar aviones de desguace. 
- AVE Santiago: El maquinista por ser maquinista.
- Metro de Valencia: Por supuesto,también  el maquinista.
- Crisis: Los ciudadanos por querer vivir igual que los políticos que los gobiernan.
- Ceutay Melilla: Los inmigrantes por querer saltar la valla cuando igual podían cruzar el estrecho a nado.
- Caso Bankia: El juez por querer ser juez.
- Gürtel: También el juez por, también, querer ser juez. 

...... Y así sucesivamente...







viernes, 5 de septiembre de 2014

EL HOMBRE IMAGINARIO.

                                                    


El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria 
rodeada de árboles imaginarios 
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios 
penden antiguos cuadros imaginarios 
irreparables grietas imaginarias 
que representan hechos imaginarios 
ocurridos en mundos imaginarios 
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias 
sube las escaleras imaginarias 
y se asoma al balcón imaginario 
a mirar el paisaje imaginario 
que consiste en un valle imaginario 
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias 
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria 
sueña con la mujer imaginaria 
que le brindó su amor imaginario 
vuelve a sentir ese mismo dolor 
ese mismo placer imaginario 
y vuelve a palpitar 
el corazón del hombre imaginario

de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985)
Nicanor Parra, 05 de septiembre de 1914.

viernes, 11 de julio de 2014

TRUE DETECTIVE.





Hace unos días acabe de ver la primera temporada de la serie de la HBO, True Detective y puedo decir que para mí está a la altura de otras grandes series como Los Soprano, Breaking Bad y The Wire. 

True Detective es una gran serie con escenas que contienen diálogos magistrales. No es solo una serie de detectives en busca de solución a un asesinato ocurrido en Luisiana, no es solo la lucha del bien contra el mal con algunos de sus tópicos, es algo más que eso, aunque también sea eso. En la historia, los personajes y la disección de sus mundos interiores cobran quizás más importancia que la propia historia.

Os dejo el enlace a you tube (más abajo tenéis el diálogo transcrito por completo) con la una de mis escenas preferidas donde el nihilista detective Rustin Cohle (McConaughey) describe el «mecanismo» de una religión y cómo afecta al cerebro. Su compañero, el detective Martin Hart (Woody Harrelson), creyente no practicante, escucha y replica. La escena se desarrolla bajo la carpa de un predicador de Luisiana al que deben interrogar en el caso del asesinato que investigan. Las palabras de Cohle subrayan imágenes de mujeres y hombres caracterizados como campesinos pobres e ignorantes de la América Profunda.


«… Tienen unas ganas enormes de cuentos de hadas», dice Cohle de los campesinos. «¿Qué puede decirse de una vida… que necesita reunirse y contarse historias que violan las leyes del universo solo para superar cada maldito día?».

Cohle dice que los creyentes transfieren el miedo a un recipiente de autoridad superior que absorbe los temores con un discurso que ofrece una catarsis. 

«Algunos antropólogos de la lingüística creen que la religión es un virus del lenguaje que reescribe las conexiones cerebrales y hace difícil el razonamiento crítico».

“Si lo único que hace que una persona sea decente es la esperanza de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda, y me gustaría que salieran a luz cuantas más de ellas mejor. ¿Tienes que juntarte con otros y contarte historias que violan cada ley del universo sólo para poder superar el maldito día? ¿Qué dice eso de tu realidad?”

El diálogo completo no tiene desperdicio:

Rust: ¿Cuál opinas que es el coeficiente intelectual medio de este grupo? 
Martin: ¿Puedes ver Texas desde arriba de tu gran caballo? ¿Qué sabes de esta gente?

Rust: Solo observación y deducción. Veo una propensión a la obesidad. Pobreza. Ansia por los cuentos de hadas. Tipos depositando los pocos pavos que tengan en una pequeña cesta de mimbre que se van pasando. Creo que se puede decir con seguridad que nadie aquí va a desintegrar el átomo, Marty.
Martin: ¿Lo ves? Tu jodida actitud. No todo el mundo quiere sentarse solo en una habitación vacía haciéndose pajas con libros de texto de asesinatos. Alguna gente disfruta de la comunidad. Un bien común.
Rust: Sí, bueno, si el bien común es inventar cuentos de hadas entonces no es bueno para nadie.

Martin: ¿Te imaginas qué pasaría si la gente no creyese? ¿Todas las maldades que podrían hacer?

Rust: Exactamente lo mismo que ahora, pero al descubierto.
Martin: Tonterías. Sería un jodido circo de asesinato y libertinaje y lo sabes.
Rust: Si lo único que hace que una persona sea decente es la expectativa de un premio divino, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda; y me gustaría poner a tantas de ellas al descubierto como sea posible. 
Martin: Bueno, supongo que tu juicio es infalible, listillo de mierda. ¿Crees que esa libreta es una tabla de piedra?
Rust: ¿Y qué dice eso de la vida, eh? Tenéis que juntaros, contaros a vosotros mismos historias que violan todas las leyes del universo solo para poder pasar el puto día. ¿Qué dice eso de tu realidad, Marty?

Martin: Cuando te pones a hablar de esa forma suenas asustado. Descubriste que era todo un engaño ¿no?
                                      …………………………………………………………………
Rust: ¿Toda esa gente está equivocada? Oh, sí. Ha sido así desde que un mono miró al sol y le dijo al otro mono: “Él me dijo que tú tienes que darme tu maldita mitad”. La gente es tan frágil que prefieren tirar una moneda a la fuente que comprar la cena.
                                       …………………………………………………………………..
Rust: La transferencia de miedo y autodesprecio a una vasija autoritaria. Es catarsis. Él absorbe su terror con su narrativa. A causa de esto, es efectivo en proporción a la cantidad de certeza que pueda proyectar. Ciertos antropólogos lingüísticos piensan que la religión es un virus del lenguaje que reescribe senderos en el cerebro que anulan el pensamiento crítico.
Martin: Bueno, no utilizo palabras de diez dólares tanto como tú, pero para un tipo que no ve sentido en la existencia, es seguro que te preocupas mucho por ella. Y aún así suenas aterrorizado.

Rust: Al menos no corro hacia una luz roja.
                                        ……………………………………………………………………….

Rust: La falacia ontológica de esperar una luz al final del túnel. Bueno, eso es lo que el predicador vende, al igual que un psiquiatra. El predicador alienta tu capacidad para ilusionarte. Entonces te dice que es una virtud. Siempre con algún dolor de por medio, y claramente es un desesperado sentido de derecho, ¿o no? “Seguro, todo eso es para mí”. Mío. “Mío, mío, mío. Yo, yo”. “Soy tan importante ¿verdad? ¡Púdrete!


Una serie que merece la pena de verdad. Feliz fin de semana.

viernes, 4 de julio de 2014

ESCLAVOS DEL SIGLO XXI.

Feliz fin de semana.




viernes, 13 de junio de 2014

¡YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL!

                                         


Hoy juega España su primer partido en el mundial. Joder, qué ganas tenía de que comenzara el espectáculo. A partir de hoy que le den por culo a la crisis, a la prima de riesgo, a el IBEX, a Rajoy, a Rubalcaba y a Felipe VI. Creo que bajaré al bar a ver el partido. Seguramente habrá más ambiente, a mi parienta no le gusta el “fúrbol” y resulta un coñazo tener que aguantar sus ronquidos tumbada en el sofá, donde no me deja casi sitio. Me tiene hasta los huevos. Cualquier día ya no aguantaré más y entonces… pero hoy hay fútbol, juega España y ninguna zorra me va joder el día.

Entro en el bar, están los de siempre, apoyados en la barra en el sitio de siempre. Joder, parece como si lo tuvieran reservado. Pido una cerveza. El camarero me pone un botellín y yo le digo que pedí una caña. Con algo de enojo se lleva el botellín y me sirve una caña, bastante mal tirada para mi gusto. Quizás sea porque le debió joder mi reclamación. A este tipo todo le jode, no sé para qué coño puso el bar si parece que todos los clientes habituales le molestamos. Tampoco me pone nada para picar. Pero mejor no le digo nada no vaya a ser…

La televisión está sin volumen. Le digo al camarero de cabreo eterno que no se oye. Otra vez con mala hostia coge el mando a distancia y le da más volumen. Ahora está mejor, nunca entendí el por qué en algunos bares las televisiones están encendidas pero con el volumen quitado. Pero eso es otra historia. Hoy juega España y tenemos que ganar a esos putos holandeses de mierda. Ya fueron parte del Imperio y ahora deben hincar la rodilla de nuevo.

Uno de los tipos de siempre, el que está cerca de la máquina del tabaco, está tomando un gin tónic. No parece interesarle el partido. Aparte de él, hay tres tipos más. Estos sí parecen interesarse. Dos parecen amigos. Charlan animosamente sobre si España debe jugar con un nueve puro o con uno falso. El otro tipo está sentado junto a una mesa cerca de ellos. Sin darle permiso se mete en la conversación y asegura que lo que hay que hacer es ganar, da igual quien meta el gol de la victoria, aunque dice preferir que sea Sergio Ramos porque es el más español y el que tiene más cojones. Los dos amigos no parecen hacerle mucho caso.

Comienza el partido. Una mujer entrada en años y con melena hasta la cintura, pantalón ajustado y zapatos de tacón alto entra en escena. Creo que es una de las putas que curran en la rotonda. Lo digo porque me suena su careto y no porque me fijara demasiado el día que le di 30 pavos porque me la chupara. Iba borracho como una puta cuba. Pero su pelo no podía olvidarlo. Cómo olvidar sus largos cabellos enredados entre mi polla y su boca. Ha pedido un cuba libre. Hago un gesto al camarero para que no se lo cobre. Me siento generoso y a pesar de su pelo fue una buena mamada. No creo que me haya reconocido. Cuando el camarero le pone el cubata me da las gracias. “Gracias guapo” me dice. Creo que no me ha visto bien. Joder, ya no soy el que era. Cuando era joven si qué era guapo. Me traía a todas las tías del barrio de calle. Pero ahora estoy jodido, muy jodido. Sin curro, sin guita y hasta, como dice mi hermano el cura, hasta sin alma. Todo se ha vuelto del color de la mierda pero hoy juega España.

Cuando comienza el segundo tiempo el resultado sigue 0 a 0. No ha habido cambios. España juega con un 9 de toda la vida. El tipo que está cerca de la máquina de tabaco que hasta ahora permanecía callado comenta en voz alta que Diego Costa va marcar, por el “Atleti y por España porque aunque sea brasileño tienes los cojones de un español de toda la vida”. Todo el mundo asentimos y gritamos ¡España, España, España! ¡Vamos, Vamos, a por los holandeses, con dos cojones! ¡Oe, oe, oe, oe, oe! Se ha desatado la euforia. Faltaba que alguien encendiera la mecha. Pido mi sexta caña. A partir de la segunda sí me han puesto tapa, pero quizás sea por joder, ni las he probado. Ahora hay algo más de clientela en el bar. A parte de los tipos que estaban cuando entré y la puta de la rotonda hay un grupo de unos cinco chavales ataviados con bufandas de la Roja. La cosa está más animada desde que entraron.

Faltan 5 minutos para que acabe el partido y la cosa sigue 0 a 0. Pero falta la jugada final. Lo intuyo, lo presiento. La historia se va repetir. Pido al camarero un gin tónic y le digo que le ponga otro a la puta de la rotonda. Nadie quita la vista de la pantalla plana. El gol se masca en la jugada que han iniciado desde medio campo los dos Xavis, el balón llega al borde del área a Iniesta cuando el locutor estalla de júbilo. De nuevo tenía que ser Iniesta el que marcase el gol. ¡GOL, GOL, GOL, GOL! ¡OE OE, OE, OE! Joder, todavía no hemos ganado nada, pero parece como si hubiéramos ganado de nuevo el mundial ¡YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL! ¡VIVA ESPAÑA!

Ya no parece el mismo bareto donde entré hace apenas 2 horas. Todo el mundo se abraza. Los chavales después de abrazarse entre ellos rodean a la puta y aprovechan para meterle mano. Ella no se queja. Ríe y también se abraza al grito de viva España. Esta noche habrá que celebrarlo por todo lo alto. Igual le digo a la puta que mejor que me la vuelva a chupar podíamos echar un polvo. Y hasta igual me hace descuento por España y por su triunfo.

Cuando me dirijo a pagar mis consumiciones, de repente, se hace el silencio. Ya nadie grita, ni se abraza. Giro mi cabeza hacia atrás y veo a la puta tirada en el suelo grasiento. Bajo su cuerpo fluye una gran mancha roja. Parece sangre. Es sangre. Frente a ella un hombre bastante corpulento la mira con gesto de odio, en su mano izquierda porta una navaja de grandes dimensiones. Creo reconocerle. En el barrio todos le conocen como el zurdo. Creo que es el chulo de la mujer cuyo cuerpo todavía palpita espasmos antes de vomitar su último aliento con sabor a gin tónic.


En la calle se escuchan gritos de ¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA, OE, OE, OE!  Me voy a casa. No quiero líos. A tomar por culo todo, porque todo es una basura menos España, que ha ganado a esos jodidos holandeses de mierda. Presiento que volveremos a ganar el mundial. No me interesa otra cosa.


lunes, 2 de junio de 2014

TERCERA REPÚBLICA.

Hoy más que nunca por la Tercera República!!!!






martes, 27 de mayo de 2014

LOS 10.000 DEL SOPLAO 2014.

Otro reto más concluido con éxito:





viernes, 28 de marzo de 2014

CICLOGÉNESIS.




Me gustaría que visualizarais la siguiente escena. Ella está arrodillada, semidesnuda, con la cabeza inclinada hacia el inodoro, con las manos agarradas a sus bordes. Su melena cae lacia casi tocando el agua sucia. A su lado, tirada en el suelo, una fotografía donde aparece ella, con la mirada perdida, junto a un hombre.

No está sola, en la cama hay alguien, que parece estar dormido, ajeno a la escena del baño. Momentos antes hicieron el amor, o mejor dicho follaron, pues en sus movimientos, en sus caricias, en toda la cópula no hubo ni un solo atisbo de amor. Solo deseo, furia, tormenta de sexo sin tapujos, ciclogénesis explosiva.

Cuando el agotamiento trajo la calma él quedó dormido, mientras ella, tendida boca arriba, todavía miraba al techo pensativa. Unos minutos después se incorporará para ir al baño.

Afuera es noche oscura, sin luna ni estrellas. Los nubarrones que la ennegrecen, más si cabe, descargan con inusitada violencia y un estrépito excesivo la tormenta anunciada hace días.

Todavía en el baño la mujer vomita su angustia, su miedo, dejando sus vísceras vacías de remordimientos.

Ya en calma, mira la fotografía y, tras susurrar entre dientes  algo ininteligible, la hace pedazos.

Podéis leerlo también en la web de microrrelatos: http://estanochetecuento.com/ciclogenesis-manu-garpe/



viernes, 14 de marzo de 2014

LLUEVE.




Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, rememora Mario. Mario tiene 80 años y se siente cada vez más inútil, sobre todo desde la última operación de rodilla. Su enorme cuerpo y sus más de cincuenta años de trabajo en la construcción castigan sin piedad sus articulaciones, por no hablar de otras secuelas, de esas que no se ven. Menos mal que Petra está siempre cerca, siempre pendiente. Petra es la mujer de Mario, a la que sigue queriendo tal vez por necesidad o por rutina. Pero qué más da a estas alturas de la vida, piensa Mario mientras observa la lluvia a través de los cristales, aunque últimamente trate de no pensar demasiado, tan solo dejar pasar el tiempo y esperar.

Hoy la mañana gris escupe un grito que se ahoga contra el silencio de una radio que no debiera estar apagada. Todavía en pijama, Mario, espera a que Petra le sirva el desayuno. Pero lleva más de una hora sentado junto a la mesa de la cocina y Petra no enciende la radio, no pone a calentar la leche. Hoy no se levantó antes que él.

Golpea ahora la lluvia los cristales con más fuerza. Mario todavía espera a que su mujer le sirva el desayuno, le ayude a vestirse, a asearse. Pero Petra permanece aún en la cama, en silencio. Mario seguirá esperando, sin ganas pero con infinita paciencia.


Versión de mi otro relato "Cuando la rutina se quiebra" para participar en el concurso de microrrelatos de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela, que podéis leer también en el enlace:

http://microrrelatosfcjc.com/relato/llueve-/#relato-llueve-


viernes, 7 de marzo de 2014

LEOPOLDO MARÍA PANERO, IN MEMORIAM (1948-2014)

Fragmento de "el desencanto", de Jaime Chávarri

Deseo de ser piel roja,
por Leopoldo María Panero Blanc.

(Sitting Bull ha muerto, los tambores 
lo gritan sin esperar respuesta. )

La llanura infinita y el cielo su reflejo. 
Deseo de ser piel roja. 
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido 
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte. 
Deseo de ser piel roja. 
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores 
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas. 
Deseo de ser piel roja. 
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo 
desiertos abrasados de silencio. Deseo 
de ser piel roja. 
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores 
para hacerlo volver desde el reino de las sombras. 
Deseo de ser piel roja. 
Cruzó un último jinete la infinita 
llanura, dejó tras de sí vana 
polvareda, que luego se deshizo en el viento. 
Deseo de ser piel roja. 
En la Reservación no anida 
serpiente cascabel, sino abandono.

miércoles, 26 de febrero de 2014

SUSURRANTES.



La gente volvió a salir a la calle con la cara cubierta. Cualquier método era válido siempre y cuando sus rasgos identificativos no quedaran al descubierto. Resultaba llamativo ver a todo el mundo cubriéndose la boca y hablando en voz baja, susurrando. Ocurría desde el último carnaval. Al día siguiente del entierro de la sardina fueron solo unos pocos, hasta que el temor se fue extendiendo y todos asumieron que aquello era la única forma de poder salir de casa con cierta intimidad.

En aquella ciudad era como si el carnaval no hubiera acabado nunca. Ataviados con máscaras y antifaces sus habitantes parecían estar siempre de fiesta. Pero los motivos eran muy distintos. Desde que multiplicaron por mil el número de cámaras instaladas por todas las calles ningún rincón quedó libre de ser espiado. Esto al principio no causó tanta alarma como saber que detrás de las cámaras había policías entrenados en la lectura de los labios, y a aquella ambigua ley que proclamaba: “Cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en tu contra”, pues a partir de entonces los habitantes de aquella ciudad siempre estaban bajo sospecha.




martes, 18 de febrero de 2014

CUANDO LA RUTINA SE QUIEBRA.



Otro día más, piensa Mario al levantarse. Mario tiene 80 años y se siente cada vez más inútil, sobre todo desde la última operación de rodilla. Su enorme cuerpo pesa demasiado para tan desgastadas articulaciones. Los más de cincuenta años de trabajo en la construcción le han dejado muchas secuelas, por dentro y por fuera. Menos mal que Petra está siempre cerca, siempre pendiente. Petra es la mujer de Mario, a la que sigue queriendo tal vez por necesidad o por rutina, pero qué más da a estas alturas de la vida. Esto último lo piensa Mario a menudo. Pero últimamente trata de no pensar demasiado. Tan solo dejar pasar el tiempo y esperar.
Sí, es un día más en la vida de Mario, pero hoy la mañana  escupe un grito que se ahoga contra el silencio de una radio que no debiera estar apagada. Todavía en pijama espera a que Petra le sirva el desayuno. Pero lleva más de una hora sentado junto a la mesa de la cocina y Petra no enciende la radio, no pone a calentar la leche. Hoy no se levantó antes que él.

A la hora en la que el sol calienta con la rutinaria violencia de un día de verano, Mario todavía espera a que su mujer le sirva el desayuno, le ayude a vestirse, a asearse. Pero Petra permanece aún en la cama, en silencio. Mario seguirá esperando.



miércoles, 12 de febrero de 2014

NO MIRES A LOS OJOS DE LA GENTE.

                                                   
                                             

Era sábado de carnaval. Una mujer se acercó y me pidió que la invitara a una copa. Comenzó a hablar mientras bebíamos. Prácticamente no coincidíamos en nada pero, a pesar de ello, establecimos una conexión de algún modo amistosa. Había algo en su aspecto que me resultaba atractivo y eso a pesar de la máscara que también cubría su rostro. Yo apenas abrí la boca en toda la noche mientras ella hablaba y hablaba. Fui perdiendo interés por lo que decía, hasta que un comentario suyo me provocó un escalofrío que recorrió mi garganta a la vez que el trago de gin-tonic. Fue cuando dijo que tenía un don especial para descubrir demonios. Según ella, bastaba con mirar a los ojos, comprobar que no eran del mismo color y que en sus pupilas se apreciara algo parecido al dibujo de una estrella. De pronto quise marcharme de allí. Aquella mujer, aquel bar de copas me estaban produciendo náuseas. Me despedí lo más cordialmente que me fue posible. Antes de salir de aquel tugurio me fui directo al baño. Frente al espejo me quité la máscara y las lentillas. Desde entonces no dejo que nadie me mire a los ojos.

Podéis leerlo también en http://estanochetecuento.com/




jueves, 30 de enero de 2014

CONFESIONES.

                                           

Mi psiquiatra me repite constantemente que la vida es como una novela y que hay que transcurrir por ella capítulo a capítulo hasta llegar al fin. Como siempre que hablamos lo escucho sin hacerle mucho caso, hasta que por mi cabeza comenzó a sobrevolar la idea del suicidio. No voy a explicar el por qué de tan descabellada idea pues sería demasiado extenso, tan extenso como la novela que dice mi psiquiatra que es mi vida. Voy por el capítulo siete, página ciento cuarenta y ocho, en pleno nudo argumental. Estoy impaciente por saber que pasa en la siguiente página, por eso le he dicho a mi psiquiatra que aplazaré mi suicidio, ya que según recomiendan los manuales de narrativa debería suceder en el último capítulo. Desde entonces mi psiquiatra y yo estamos más tranquilos.



jueves, 23 de enero de 2014

DE MUJERES Y HOMBRES.

                                           

I.

Mi mujer me regaló por mi cumpleaños una noche de hotel para dos, sin niños. Todo iba bien hasta el momento, en el que desnudos sobre una cama deshecha y después de hacer el amor un par de veces, sin apagar la luz, como dos desconocidos, con una furia y una pasión olvidada, ella enciende un cigarrillo y me ofrece una calada, aunque sabía perfectamente que dejé de fumar hace años. Fue entonces cuando comenzó a hablar de sus hijos, de su trabajo, de su vida vacía. Aunque desconcertado, la escuché en silencio. No dije nada pues quería entender que aquello formaba parte del morbo del regalo, y que cuando regresáramos a casa mi mujer volvería a ser la de antes.

Cuando dejamos el hotel y subimos al coche la observé mientras se abrochaba el cinturón, entonces creí que había recuperado a mi esposa, pero cuando llegamos a casa, y después de recoger a los niños, me dijo que había estado con un amante y que quería el divorcio. Sigo desconcertado y sin entender nada.

II.

La mujer que, desde hace exactamente un mes, vive con nosotros es una extraña. Juro que no la había visto en mi vida. Todo comenzó cuando al salir de casa para ir de compras y esperar a que mi mujer, la auténtica, subiese al coche, me llevé la sorpresa de no ser ella la que subió si no esta otra, que ahora además de cuidar de mis hijos comparte conmigo la cama. Al principio me resultaba algo incómodo y hasta violento, pero a medida que fue pasando el tiempo, tanto mis hijos como yo, nos fuimos acostumbrando al cambio. Es más, hasta empiezo a pensar que prefiero que mi mujer, la auténtica, no vuelva jamás.



lunes, 20 de enero de 2014

GAMONAL.

Desde la Inopia nos solidarizamos plenamente con la lucha de lo vecinos del barrio de Gamonal.


viernes, 17 de enero de 2014

SLOWLY.



La botella de ginebra estaba casi vacía cuando ella me pidió que bailáramos. Por la ventana se veían caer los copos de nieve, muy lentamente. Él, su marido, observaba la escena mientras acariciaba el borde de su copa.  Yo solo fui a hablar de negocios pero terminamos bebiendo y hablando demasiado, principalmente de unos asuntos bastante sucios, pero también de otras cosas, de nuestra antigua amistad y de ella. Estaba a punto de marcharme cuando él puso esa maldita canción. No nos quitaba ojo mientras apuraba su ginebra. Intenté separarme pero ella entonces se pegaba más a mí. Cuando noté su rostro cada vez más cerca del mío desee que la música no dejara de sonar nunca y que bailando nos fuéramos lejos, pero nada es eterno, lo sé muy bien. La música cesó de repente. Él seguía mirándonos,  yo hacía como que no me daba cuenta pero ella era consciente de lo que pasaba en todo momento. Afuera seguía nevando. No debía quedar ya nada de mi rastro sobre la nieve. Quise escuchar el sonido de los copos al caer y seguir bailando, muy lentamente, pero creí que lo mejor era marcharme. Y eso es todo señor juez.

También puedes leerlo junto a otros estupendos micros de diversos autores en la web: http://estanochetecuento.com/slowly/

jueves, 9 de enero de 2014

BARBANEGRA.




Durante mucho tiempo fui adicto a los chat de Internet hasta que conocí a Madame Bovary. Ella fue mi cura pero también mi condena. En el chat yo era Barbanegra y siempre me llamó la atención su alias. Al principio, cuando todavía no sabía quién era,  intenté seducirla, como de costumbre, provocando su interés y solicitando conversar en privado. No accedió hasta que me gané su confianza no sin varios intentos fallidos. Hablábamos de todo después, claro está, de averiguar su edad y estado civil. Una vez conseguido esto intentaba siempre dirigir la conversación hacia el sexo. No era fácil ya que siempre se las apañaba para hablar de otras cosas más trascendentes pero de menos interés para mí, hasta que un día conseguí una cita a ciegas. Nos vimos en un motel de carretera. Aunque me quedé estupefacto al comprobar que Madame Bovary era mi esposa hicimos el amor con la fogosidad y la pasión de dos adúlteros. Durante un tiempo seguimos viéndonos en ese motel como si fuéramos dos perfectos desconocidos, hasta que un día me dijo a través del chat que se iba a divorciar de su marido para casarse conmigo, con Barbanegra. No he vuelto a entrar en ningún chat desde entonces.


miércoles, 1 de enero de 2014

¡SALUD Y PAZ PARA 2014!

Desde Donosti lo dicho: Salud y Paz.