Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

jueves, 5 de mayo de 2011

La muerte de Montesquieu.


Cuando Alfonso Guerra afirmó hace ya algunos años que Montesquieu había muerto (lo hizo jactándose de ello) se montó un gran escándalo. Desde entonces hasta aquí todo ha ido a peor. No a mucho peor, porque casi todo el recorrido estaba ya hecho pero si podríamos decir que a todo lo peor que cabía. Recuerdo que los mismos que se llevaron las manos a la cabeza escandalizados ante las palabras de Guerra se encargaron de rematar la faena, así que llegaron al poder (además de porque sus antecesores se lo pusieron a huevo).

Si entendemos conforme al principio de división de poderes expuesto en su día por Montesquieu, que el Estado de Derecho consta de tres brazos: el ejecutivo, el legislativo y el judicial y que tienen, entre otras muchas, la importantísima función de vigilarse entre sí para evitar los posibles abusos, el equilibrio general del Estado, por tanto, surgiría de la acción moderadora de esos tres poderes, cada uno de los cuales atendería a que ninguno de los otros dos excediera el terreno de sus competencias.

Pero basta con constatar cuán idílicas son hoy en día las relaciones entre el Gobierno (el que sea) y los órganos superiores de la Justicia para confirmar que, en efecto, Mostesquieu pasó hace tiempo a mejor vida. Jueces y ministros departen amigablemente e intercambian criterios y propósitos. El Tribunal Supremo se ajusta una y otra vez a los deseos del Gobierno. Todo el mundo habla con total desenvoltura de la adscripción partidista de los magistrados: que si éste es de la cuerda del PP, que si aquel otro es de la del PSOE... Por eso, faltos de vigilancia y de freno, convertidos los tres poderes en uno solo, nada parece que pudiera impedir sus abusos de poder.

Dicho esto, y atendiendo a las últimas resoluciones del Tribunal Supremo con respecto a la coalición Bildu, parece claro que con los partidos afines al independentismo vasco de izquierda siempre se ha jugado en función de los intereses de los dos grandes partidos mayoritarios, que son los que ponen y quitan a jueces y magistrados y que, además, son los que siempre han utilizado según su conveniencia del momento al terrorismo como arma arrojadiza que mueve sensibilidades electorales y que puede sumar puntos hacia una tendencia de voto concreta. Máxime cuando hay elecciones cerca.  Pues no les basta con el rechazo explícito de la violencia en reiteradas y públicas ocasiones por parte de la izquierda aberzale, quieren su rendición incondicional y con ella la de todos sus votantes, o lo que es lo mismo la democracia participativa tirada al retrete. Como bien dice el profesor de ciencia política de la Universidad Complutense, Pablo Iglesias Turrión, “…la Política no resuelve sus conflictos ni en el plano del Derecho ni en el de las ideas, sino midiendo o confrontando el poder de cada actor. Por eso los demócratas nunca debemos olvidar que las razones sin fuerza no son nada. Como bien nos enseñaron, paradójicamente, los padres fundadores de la nación americana, para que haya democracia no basta un reparto de papeletas para votar o de turnos de palabra para hablar, sino un reparto de poder”.

Montesquieu ha muerto, sí. Lamentablemente murió hace muchos años pero su muerte "democrática" la seguimos padeciendo ciudadanos de todo el mundo. En EE.UU. tenemos claros ejemplos de esa mutación de los tres poderes en uno solo: el poder ejecutivo juzga, dicta sentencia, condena y ejecuta. Y eso en la primera democracia que se instauró en el mundo moderno. Me refiero aquí a la ejecución de Bin Laden.

La frase más repetida en EE.UU. ha sido: “se ha hecho justicia”. ¿Se ha hecho justicia? Se supone que la justicia se produce cuando el acusado tiene una defensa, cuando hay evidencias, pruebas, un juez... Se ha hecho quizá, y suponiendo que la noticia sea real (lo de que no haya pruebas que constaten la evidencia de un cadáver parece, cuando menos, un tanto sospechoso), una justicia bíblica. La del ojo por ojo, la de la fuerza bruta, la que usan sin duda, los extremistas religiosos del islamismo más exacerbado o del cristianismo más radical. La justicia bárbara y pasional de la que el mundo supuestamente civilizado trata de apartarse. Se ha ordenado matar a una persona, se la ha condenado a muerte y ha sido ejecutada. Todo ello desde el poder ejecutivo que ostenta el premio Nobel de la Paz Obama, que desde luego está estableciendo un nuevo listado de méritos para las nuevas propuestas a candidatos.


Pero la justicia desde un punto de vista democrático es otra cosa, pues violar las fronteras de un país soberano (Pakistán) por medio de unidades de la CIA y el ejército y matar, bajo la orden de Obama, no solo a Bin Laden si no a todo “bicho viviente” que estuviera a su lado (niños y mujeres, civiiles, da igual) no parece un hecho del que sentirse orgulloso, menos cuando ha sido perpetrado por todo un premio Nobel de la Paz (¡¡¡!!!). Por lo que desde una perspectiva democrática se habría hecho justicia si se hubiera puesto a Bin Laden frente a un juez, si se hubieran presentado pruebas, testigos, testimonios. Se habría hecho justicia si un abogado hubiera podido corroborar la autenticidad de esas acusaciones. Porque la justicia es eso y no lo que se nos quiere “vender” desde ese maniqueísmo que se ha instalado en el mundo, y publicitado por los maestros del marketing político moderno desde Hollywood, donde los buenos y los héroes siempre son los mismos, osea ellos.

Por otra parte, parece vergonzoso como los mismos que condenaron el GAL alaban, festejan y justifican lo que para ellos ayer sí y hoy no es terrorismo de Estado, que todos entendemos que sucede cuando es el Estado el que mata y por lo tanto se criminaliza.

Todos podemos estar de acuerdo en que Bin Laden era un ser monstruoso, pero no olvidemos que este mismo monstruo fue entrenado por sus ejecutores (la CIA) para trabajar (matar) a lado de los "buenos" (Occidente, el Norte, el Centro, el Cristianismo, la Civilización), y tampoco debemos olvidar que hasta los nazis tuvieron juicios justos (y hasta el mismísimo diablo si es que existiera lo debería tener), cosa que siempre enorgulleció a la vieja Europa, que ahora parece ser más lacaya que nunca del Gran Hermano...

Sí, Montesquieu ha muerto y parece que no conformándonos con eso hemos llegado hasta el ultraje su tumba.


Saludos desde la Inopia, lugar fuera de la cobertura de los satélites de la CIA.

4 comentarios:

  1. Tengo mis dudas sobre la muerte de Montesquieu en el caso de Bin Laden, pues bien podría considerarse su desaparición como un "hecho bélico" y ya se sabe que, aunque hasta la guerra tiene sus reglas, en ella casi todo vale.
    Y sí: Montesquieu ha muerto en casi todo lo demás. Y, curiosamente, suelen matarle aquellos que deberían dar más ejemplo porque dicen defender los más bellos ideales. Si Llamazares dice que no reconoce a Zapatero por felicitar a Obama tras matar a Bin Laden, servidor no ha quedado muy perplejo por la forma de actuar del emperador.
    Ofrezco mi opinión desde la óptica de quien no pertenece a ningún partido ni suele comulgar con ruedas de molino.
    Un saludo.

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  2. Entiendo por acto de guerra cuando hay una declaración previa y entiendo, también, que la guerra tal y como se entiende a lo largo de la historia, se lleva a cabo entre dos o más territorios, estados, naciones. En este caso se ha asaltado un país soberano violando todas las leyes internacionales, para atrapar (o mejor dicho asesinar) a un presunto (todo sujeto es inocente hasta que un TRIBUNAL en un juicio con garantías demuestre lo contrario) criminal. Todo esto bajo la orden del emperador Obama. El espíritu de las leyes de Montesquieu brilla por su ausencia...
    Por lo demás, de acuerdo contigo compañero. La comunión en los altares, las ruedas de molino para moler el trigo.

    Salud y gracias por tus comentarios.

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  3. Planteaba la muerte de Bin Laden como un "hecho bélico", pero de forma condicional y, si se quiere, por aplicación de la analogía, pues me asaltan dudas. De ahí el tiempo del verbo que utilicé al principio de mi comentario: "podría", que es condicional simple o pospretérito. Nada más.
    El terrorismo que representaba la figura de Bin Laden es atípico porque nunca un movimiento terrorista se había extendido tanto entre una cultura y una religión y en tantos países a la vez. Además, está fundamentado en la "yihad" (que es "guerra santa" y por tanto "guerra" declarada no por representantes de Estados soberanos, sino por elementos no convencionales). La yihad no es una guerra al uso librada entre países determinados y con fronteras concretas, sino una guerra distinta, extraña, irregular o diferente por -ya digo- atípica. En esa diferencia "podría" encontrarse cierta explicación (sólo explicación, que no justificación) al comportamiento norteamericano.
    Obvio es que los yankis se han saltado a la torera normas de Derecho Internacional (como invadir el territorio de un país soberano sin previo aviso), pero el problema está en cómo luchar contra un enemigo que no ocupa un territorio determinado, sino que pulula dentro de los impalpables límites una cultura y se esconde y actúa entre millones de personas.
    Un abrazo.

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  4. Si el enemigo está o polula por dieferentes países soberanos, desde luego la forma de derrotarlo no es asaltar las fronteras de un país soberano sin previo permiso. Creo que los acuerdos de colaboración internacionales, la cooperación y la diplomacia se inventaron para algo, máxime cuando Pakistán se supone amigo de los yankies ¿Qué hubiera ocurrido si Bin Laden estuviera escondido en España? ¿Nos hubiera parecido bien que hubieran entrado en nuestro país como lo han hecho en Pakistán?
    Y sí, el terrorismo islámico es complejo, pero creo que el fin no justifica los medios y las explicaciones creo que no valen cuando se aplica al terrorismo otro todavía peor como lo es el terrorismo de estado. Si que importa de qué color es el gato a la hora de cazar ratones, aunque a Felipe Gonzáles le trajera al pairo...

    Salud, compañero.

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