Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

sábado, 18 de junio de 2011

Nos indigna aún más la "indignación" de quienes nos siguen sin representar.


Vaya por delante mi repulsa ante cualquier acto de violencia, más si  es institucional o de estado, pero no puedo sentir vergüenza además de indignación (si Sr. Arthur Más, indignación) y hartazgo de la campaña mediática generada en contra del Movimiento 15-M. Parece ser que ahora son ellos, los profesionales de la política, los que se otorgan el derecho (uno más) de decir lo que es digno o indigno. Sinceramente, me resulta escandaloso y violento como el Poder reproduce una vez más la estrategia de la descalificación, al más puro estilo de Maquiavelo, para poner en la diana y, por ende, en contra a la otra parte de la ciudadanía que todavía no se han unido, a los que de manera abrumadoramente mayoritaria manifiestan su indignación y repulsa contra el sistema económico y social, en las plazas y calles de todas las ciudades del Estado, de forma pacífica y no-violenta.

Porque aquí los únicos que repetidamente cruzan la raya roja (leer declaraciones del Sr. Jáuregui al respecto) son ellos, una vez más los que cobran un sueldo por ocupar un escaño. Los que mandan a la policía a reprimir, porra en mano, cualquier conato de subversión ciudadana que les quite protagonismo, que les amenace con la posibilidad, por minúscula que esta fuera, de perder su estatus de privilegios. Y son ellos, con sus continuos actos de "chulería" y prepotencia los que aumentan cada día la indignación de buena parte de la ciudadanía.

Pues se olvidan un día y otro de que están ahí, en sus cómodos sillones tapizados, para representar y defender los intereses de quien les han puesto precisamente ahí. No para ser la tapadera y el escudo del poder financiero, no para defender los oscuros intereses de la banca y las grandes multinacionales, no para agrandar más la diferencia entre el trabajo realizado y el valor de mercado del mismo, eso que Marx llamó plusvalía, en favor siempre del empresario.

Por eso, un número para nada insignificante (y eso es lo que precisamente les asusta), y que sigue creciendo, nos hemos plantado hartos de que "la banca sea siempre la que gana" para decir basta. Basta de abusos, de despilfarros, de corrupción, de privatizaciones de los servicios públicos, de desahucios, de sueldos miserables, de desigualdades sociales, de paro, de precariedad laboral, de continuas subidas de precios de lo esencial para vivir, de aniquilación del medio ambiente, de desprecio hacia la educación, la sanidad y los servicios sociales más elementales.

Las aislados actos de violencia que pueda ver no son nada comparados con la violencia que genera un poder despótico contra el ciudadano. Son ellos los violentos, con sus declaraciones en los medios de comunicación sometidos por sus dueños (las grandes empresas), con la utilización de policías armados, con sus políticas neoliberales que agudizan hasta el estrangulamiento social a la mayoría de la población. Pues ¿acaso no es violencia haber mandado a 5 millones de personas al paro? ¿es o no violencia dejar que un banco te eche de tu casa y ni siquiera puedas entregarla como pago de la deuda? ¿es o no violencia cobrar un salario de menos de 800 euros al mes con contratos de 6 meses? ¿acaso no resulta violento tener que aguantar como imputados en casos de corrupción ocupan concejalías y escaños parlamentarios? ¿es violencia ver como privatizan (venden) algo tan básico para el ser humano como el agua? Podíamos llegar así hasta el infinito.

Pero por mucho poder mediático que tengan no podrán desprestigiar a las personas que, de forma pacífica, han ocupado calles y plazas con el único objetivo de exigir, como mínimo, ser escuchados y atendidos en sus demandas, que no son otras que buscar el modo de hacer de este mundo un lugar más digno, humano y equilibrado donde poder vivir con mayor grado de justicia, salud, paz y libertad.

Saludos desde la Inopia, lugar donde no ha lugar ningún tipo de violencia.

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