Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

jueves, 10 de marzo de 2016

ENTRE BAMBALINAS.


El hombre bala se enfunda el casco, se ajusta las botas rojas y, disfrazado de súper héroe, sube a la boca del cañón donde introducirá su cuerpo. Tres, dos, uno, ¡fuego! El hombre bala sale disparado, atraviesa la carpa, el publico lo despide con un largo ¡Ooooooooooooooooooohhhhhhhhhh! Pero algo ha fallado, debería haber caído como siempre sobre el depósito de agua, pero dentro del circo. La bala humana ha atravesado la lona del techado y váyase a saber donde cayó. Quizás, Rosi, su ayudante y la encargada de todos los preparativos no calculó bien la cantidad de pólvora o quizás algún día tenía que pasar lo inevitable. A partir de ahora se agolparán los quizás.


El director de pista pide calma. La inquietud del público crece por momentos. Los payasos salen a la pista central e intentan distraer la atención. No sirve de nada, los espectadores se percatan de que la tragedia está servida. El director de pista vuelve a pedir calma pero ya nada impide que el público abandone sus butacas y salgan estrepitosamente a la calle. Buscan al hombre bala. Todo el mundo busca al hombre del traje azul, botas, casco y capa roja. Todos menos Rosi. Ella no le busca, tampoco el domador de leones. Ellos se han quedado entre bambalinas. 

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