
Hizo mucho calor. Demasiado diría yo. Lo que para la mayoría de los mortales era la mejor noticia del domingo, no lo fue para los casi 15.000 corredores que participamos ayer en el Maratón de Madrid. Fueron 42 kilómetros, desde el Paseo de Recoletos hasta el Parque del Retiro bajo un sol de "justicia". El keniano Thompson Cherogony ganó la carrera y marcó un nuevo récord en la prueba: 2 horas y 11 minutos (¡la hostia!). Tras él, miles de atletas populares intentamos batir nuestras propias marcas personales o, al menos, terminar "dignamente" la prueba, porque lo importante, y aquí el tópico si que es cierto, es terminar. Sentir una vez más ese cosquilleo que te eriza la piel y te llena de emoción, satifacción y orgullo cuando culminas con exito una vez más un nuevo maratón al pasar por debajo del reloj que marca el final. El año que viene más...
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