Welcome to the Inopia.

Más allá de Orión, la Puerta de Tanhauser, los Cerros de Úbeda, la cara oculta de la luna, Babia y más lejos todavía de donde Cristo perdió el gorro andan a la deriva, o más bien naufragan, mis pensamientos y reflexiones sobre las más que recalentada realidad que nos abrasa todos los días. Por eso, cuando todo se emborrona y pareciera que nada tiene sentido, me exilio en la Inopia, lugar donde encuentro el hilo de Ariadna al que agarrarme si quiero encontrar la salida del laberinto.


Sitio desnuclearizado

lunes, 10 de enero de 2011

Fumar está dejando de ser un placer...

Vaya por delante que ni fumo ni nunca fumé, al menos como lo que se entiende por fumador pues aunque, como supongo muchos, tuviera en mis años jóvenes algunos escarceos con el tabaco y "derivados" éstos no fueron significativos y por lo tanto no me produjeron adición alguna.

Dicho esto quiero también exponer que me parece un sin sentido y hasta un abuso la persecución estatal que se está haciendo actualmente a los fumadores. Me parece poco democrático no solo privar de la libertad de fumar en locales privados que así lo consientan (por ejemplo bares de copas) si no también intimidar y penalizar a aquellos que incumplen la absurda norma prohibitiva de fumar, plasmada en ley, en este tipo de lugares. Creo que tratar como si de un delincuente o de un apestado se tratara a los que eligen por propia voluntad contaminar sus pulmones con nicotina no es de recibo, pues utilizar el argumento de que no solo dañan su salud si no también la de las personas próximas en locales privados (no olvidemos unca esta importante apreciación) en los que libremente cada cual tiene la opción de entrar o no, y por lo tanto "contaminarse" o no, es cuando menos insostenible si apelasemos a una legalidad que se aplicase con cierto sentido común, algo que parece no abundar demasiado entre los que redactan algunas leyes. Pues en vez de protegernos a los no fumadores de las evidentes molestias provocadas por el humo del tabaco en donde tenemos la opción de estar o no, deberían protegernos a todos, fumadores y no fumadores, de otras molestias tan nocivas para la salud o más que el humo de un cigarrillo. Me refiero, por ejemplo, a ruidos con niveles por encima de los permitidos, gases producidos por los escapes de los diferentes tipos de vehículos y calefacciones o, esto sí que es curioso, las violencias generadas por el uso permitido del alcohol consumido en los mismos lugares donde no está permitido, en cambio, fumar.

Conste también que aunque no esté de acuerdo con la última normativa aprovada contra el tabaco no me impide estar, sin embargo, de acuerdo con la anterior prohibición que regulaba el hábito de fumar en lugares públicos como hospitales, centros de trabajo, universidades, institutos, etc. Parece también de sentido común que en estos lugares se hace imposible la convivencia entre unos y otros, por ser sitios públicos y de potencial necesidad de uso para ambos: fumadores y no fumadores.

Si la última polémica suscitada se refiere sobre todo a bares, restaurantes, discotecas y locales de copas parece sencillo deducir que siendo locales de propiedad privada podría ser una solución bastante sencilla, creo, el que hubiera opciones cerradas para unos y otros (fumadores y no fumadores). Cada cual podría optar por la oferta que mejor cubra su demanda y sus apetencias, seguro habría negocio y sitio para ambas opciones.

Mientras tanto los fumadores, en su mayoría, creo que no dejarán de fumar y el Estado seguirá vendiendo tabaco en los estancos y lucrándose de los exagerados impuestos que se pagan por cada cajetilla consumida.

Para terminar me gustaría dejar toda una declaración de intenciones sobre lo que se puede considerar como libertad privada, que según el filósofo A. Escohotado sería algo así como: "De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede cruzar o no esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país".

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